“Vida de provincias”, de María Yuste

Un litro de nitroglicerina por favor, para brindar con mi estómago :k

 

“Vamos a tomar cerveza y mirar facebook y escribir
poesía entre llamas y hacer videos sobre nosotros
borrachos caminando a través de una tormenta nocturna
en una urbanización cerrada de Massachussets”.

Tao Lin – postfacio del libro

Acabo de leer el libro y quiero vestirme de niña y regresar al colegio inicial nuevamente y mirar a mis amigos cómo juegan fútbol y están sudorosos en la arena, rodeados de una cerca con púas, mientras yo bebo jugo y cuento los caramelos de mi lonchera.

María Yuste ha escrito un libro que es una máquina del tiempo, utilizando un lenguaje simple que te coge las mangas de sueter y que te apachurra. Es seguramente el estilo de escritura minimal española que tanto me encanta. Se aleja de la frivolidad y la pose que mucho se ha sembrado al rededor del término alt lit, y siembra en su nombre una antena de aluminio que radía amor desde todas sus parábolas. Y ese amor ha llegado al Perú y me ha roto las costillas.

En este libro no sólo se intenta Jugar a que “se cuenta una vida”, se trata de hacer que la vida sea la vida de todas las personas que lean el libro, y ni siquiera de eso se trata en realidad. Se trata quizás de hacer que lo que escribes me haga creer que no quiero volver a leer otra cosa hasta que se me pase el gancho de amor que se me ha quedado pegado en la rodilla y del que no quiero despedirme.

No me gusta la alt lit que no dice nada en mucha letra, por el contrario me gusta la alt lit que en pocas cosas diga mucho y que su decir no sólo sean grafemas cuya significancia se quede en el libro sino también vaya a mi mano y me haga escribir en la piel hasta el brazo y me haga quitarme la ropa porque escribir nos da calor para seguir jugando a que llevo toda una vida intentando descubrir dioses y lo que encuentro son fragancias de ricos cabellos y orejas de conejo y vestidos rosa, y anteojos grandes, y escrituras limpias, y flechas, y oz.

Esto no es una reseña de Vida de Provincias, es lo que le quise decir a María Yuste después de haberlo leído. Pero no le digan.