Yep, sé que no publicaba [ni publicábamos] nada en buen tiempo pero luego de prometérmelo unas trescientascincuenta y cuatro veces, quiero desenpolvar la vieja sección de reseñas de Sub25 y pues, volver a reseñar poemarios contemporáneos peruanos o en español cada semana[léase por contemporáneos algo así como “todo lo publicado por primera vez por poetas no-muertos”] Me pareció una forma divertida de reiniciar esta sección juntando 5 reseñas de libros que comenté en su momento pero sobre los cuales ahora pienso diferente [o me dejé llevar por el entusiasmo y en todo caso si quiero algo de rigor quisiera empezar rectificando mis errores de juventud?, meper donan?]

Así que para no hacerla larga empecemos de una vez, linkeando las reseñas antiguas como para darles el contexto.

Los Abrazos Largos- Karina Valcárcel

los-abrazos-largos-prosa

Quiero spoilear de una vez que este libro no ha crecido frente a mis nuevas lecturas ni tengo una impresión “más positiva” de este. De hecho, de toda esta lista es el único libro del que digamos, pienso lo mismo. El motivo por el que aparece aquí es por que las razones por las cuales este libro no me gusta han cambiado. Sí, aún pienso que algo que traba la poesía de Valcárcel es una mezcla de fallas técnicas, ironías fáciles y una terrible cantidad de lugares comunes que hacen que la mayoría de sus poemas sean demasiado predecibles [y acaben cansando] También podría volver a decir que gran parte de esa coalición de lugares comunes orbitan alrededor de una versión de la juventud [culto a la juventud] que no se distancia mucho de las letras de algunas de las canciones pop más populares en la actualidad [las peores letras de The Chainsmokers, por ejemplo, y disculpen por esta referencia pop-cultista?]

Lo que creo que si fue estúpido de mi parte fue afirmar que todo esto significa “una rendición” o un “acercamiento al fracaso” por parte de una juventud clasemediera etc, etc [inserte prejuicio pseudo-marxista aquí] No. Si eso fuera cierto todos los poemarios melancólicos del mundo serían reaccionarios y mejor dediquémonos a escribir cosas explicítamente políticas a lo Scorza. Me debo disculpar por eso. Es bastante fuera de lugar exigirle a un poemario que escriba un tratado político para acabar con “el adormecimiento de una generación” No digo que esas cosas no existan o no deban ser criticadas, pero claramente no son razón para que un poemario sea considerado malo.

Resumen: Pues hace tres años me gustó como un 4 de diez y sigue siendo un 4 de diez. Reseña Original aquí.

Vietnam- Mario Montalbetti

mario mont vietnam

Pues sí. En su momento Vietnam me entusiasmo muchísimo e inclusive ocupó el segundo lugar del ranking de los mejores poemarios de 2o16 que publica anualmente esta revista. El hecho es que si bien Vietnam no es un poemario desastroso [como el cero de cero que es Notas para un seminario sobre Foucaulty al mismo tiempo no tiene momentos tan monótonos o facilones como su predecesor Apolo Cupisnique [parte de madurar es aceptar que el poema del lenguaje y la vaca pareciera una parodia de Montalbetti al Montalbetti de hace veinte años] Vietnam no es tan espectacular ni memorable como me pareció [y les dije] en un inicio.

Es decir, tiene un ritmo interesante, es regular, posee pocos momentos bajos pero dista mucho de los momentos extraordinarios que la carrera de Montalbetti solía ofrecer. Es difícil pensar en algún segmento de Vietnam que sea tan memorable como algunos poemas de su primer libro Perro Negro, o para no ir tan lejos, de momentos brillantes en sus Ocho Cuartetas en Contra del Caballo de Paso Peruano [Piénsese en “Lejos de mí decirles”] Vietnam es en retrospectiva un poemario cumplidor, regular, bien elaborado, pero despojado de factores que lo hagan memorable. Sin ningún segmento que choque o trascienda lo suficiente. Visto desde atrás Vietnam es junto a Apolo Cupisnique el inicio de una colección de poemarios que van de lo regular a lo desastroso. La mayoría de los poetas peruanos mayores suelen acabar sus carreras así. Lo que no impide, por supuesto, que amemos sus mejores momentos, aún cuando estos se encuentren a la distancia.

Resumen: si me parecía un 8 de diez ahora me parecería un 6. Puedes leer la reseña original aquí

Procesos Autónomos- Manuel Fernández

procesos-autonomos

Creo que esto tomará su tiempo. Como deben recordar, me la pase todo el dos mil dieciseis diciéndole a todo el mundo lo genial que era este libro y escribí una de las reseñas más largas en esta revista llenándolo de elogios y repitiendo en cada línea lo bueno que era. Y es un poco difícil aceptarlo, pero este libro ha crecido en mí de manera muy negativa. Tengo una disculpa, claro, y es que las mismas razones que sirven para amar un libro como Procesos Autónomos [y en general, la poesía de Manuel Fernández] son las mismas razones que sirven para odiarlo. Si bien la mayoría de los medios que le prestaron atención a este libro hace dos años lo reseñaron positivamente, también algunas voces mostraron posiciones en el extremo contrario. Sí se es justo, creo que Procesos Autónomos siempre fue un libro polarizante para sus lectores.

Y aunque a la mayoría de universitarios de este país [incluyendo a mi yo de dos mil dieciseis] les cueste aceptarlo, gran parte de la recepción positiva de Procesos Autónomos se debió a una mera pose académica, a esa tendencia intelectual de creer que mientras un poemario este inmerso dentro de un tema o formato de moda, es mejor. Y eso es estúpido [lo sé, fui estúpido!], y es el significado central de lo que significa postureo. Pasa lo mismo con los peores libros de Montalbetti, los libros con alusiones feministas súbitamente recibidos con aplausos o el libro intelectual con referencias al psicoanálisis que el nuevo poeta joven del mes haya publicado. Y claro, el hecho de que Procesos Autónomos, un poemario en forma de tesis, con copipasteos [remixeos para mi yo posero de hace dos años] de segmentos de textos académicos, la explícita crítica social del concepto del libro, la crítica a la izquierda peruana, etc. era una combinación demasiado tentadora como para que los “intelectuales letrados” aún atentos a la poesía pudieran resistirse. Un supuesto poemario de critica social que analiza la realidad social revitalizando un lenguaje en tal grado de obsolecencia como lo es el académico.

Pero en sí, lo que hace que Procesos Autónomos sea un poemario fallido no es su enfoque ni su intención. De hecho el concepto es bastante atractivo a la vez de ambicioso. De ese tipo de ambición alta del cual se vuela o se estrella. En retrospectiva la mayoría de los poemas dejan una sensación de plasticidad enorme. Empezando con la sección inicial que imita un examen y terminando con los poemas finales donde fragmentos de libros informativos/ académicos se copipastean dentro del poema. Lo que se siente es que todos estos copipasteos arruinan el ritmo de forma irreparable. Tal vez una de las principales razones por las cuales muchos lectores se acercaron a Manuel Fernández en un primer momento fue por la arquitectura de sus poemas y libros, la cual se encuentra en este libro de la forma más desordenada y fallida posible. Es decir, tal vez algo en lo que cae el postureo de la “poesía del lenguaje” [como también cualquier clásico postureo poético] es pensar que todo puede entrar en el poema de cualquier manera. Es mentira y a la vez verdad. Sí, todo puede entrar en el poema luego de un tratamiento en el cual el poema pueda de alguna manera “cerrarse”, encajar dentro de sus propias reglas dentro de ese objeto elástico formado de versos. Esta es la razón por la cual los chistes privados, las líneas de canciones o coros rockeritos fallan en una gran cantidad de poemas de poetas jóvenes. Es la misma razón por la cual Procesos Autónomos [pero usando elementos más académicos] patina, una muy cercana por cierto a la del desastre del último Montalbetti.

Tal vez hayan un par de momentos [especialmente versos] rescatables. Pero como proyecto y final de una trilogía, es lamentable. Revisando la carrera de Manuel Fernández me quedaría con La Marcha del Polen, un poemario que ha crecido positivamente en mis gustos.

Resumen: Si era un nueve de diez, ahora es un dos de diez. Puedes leer la reseña original aquí.

Apurímac. Radio Poder- Álvaro Cortés Montufar

aapurimac

En realidad es un libro que siempre me gustó pero al que creo que no le he dado la debida importancia. Apurímac. Radio Poder es facilmente uno de los libros menos originales de esta década, a la par de ser uno de los que mejor funcionan desde esa revitalización de los poetas horazerianos de los años setentas [ Especialmente Verástegui y Juan Ramírez Ruíz]

Pero no se me malinterprete. De hecho, parte de los nuevos poemas de Cortés Montufar se desenvuelven en un registro menos idéntico que el de Apurímac. Radio Poder. Todo bien con eso. El caso es que la potencia y fuerza con la cual este muy buen primer libro avanza tiene momentos sumamente memorables. Y sí, la mayoría de ustedes puede pensar, jolines, esto ya lo hicieron hace treinta años. Pero tendría que decirles que para ser un primer libro el hecho que un autor pueda dar esa carga emotiva a sus versos a la vez de intensidad y ritmo, es muy memorable. Junto a Biohazard del cuzqueño Gerónimo Paredes, son los libros más versátiles de este “pop andino”

Resumen: Si me parecía un 6 de diez ahora me gusta como un 8 de diez. Puedes leer la reseña dentro del ranking de sub25 aquí.

Tartamudo- José María Salazar

Tartamudo

Pues lo siento. Que más puedo decirles. Tartamudo, el debut de José María Salazar no es en absoluto el gran libro que les prometí en mi reseña escrita el mismo día de su publicación. Lo siento. El entusiasmo es un enemigo a veces. And Hype is a bitch. Y de hecho, no me costó mucho tiempo darme cuenta de eso y ahora queda decírselo a todos ustedes con la cabeza gacha y las manos en la cintura.

El problema de Tartamudo es que la mitad de sus poemas simplemente están muertos. Sus cadáveres flotan sobre un mar de menciones y referencias que acaban resultando increíblemente frías. Y es muy probable que esto suceda por que estos poemas repitan una fórmula [la fórmula sentimentalita?] de sumar referencias pop + situaciones cotidianas con las que un adolescente promedio pudiera identificarse + un ritmo delgado que acaba con una imagen irónica + algunas bromas privadas o chistes de sitcom. Lo que acaba sucediendo con el poema es algo similar a lo que ocurre con las telenovelas mexicanas. Shows como La Rosa de Guadalupe se mueren por darnos emoción, y lo hacen de la manera más forzada y predecible que acaban siendo lo contrario a algo emotivo. Un llanto forzado, una pataleta falsa. La misma escena con un enfoque dramático de la chica a punto de saltar por el edificio para suicidarse porque [inserte problema adolescente de moda en el momento en que leen esto]. Un enorme fingidor fingiendo tener un corazón enorme que es lo más parecido a una válvula.

Pero, aún así voy a arriesgarme a acabar esto así. Si bien comparar el trabajo de Kevin Castro con el de José María Salazar ahora me parece jalado de los pelos [especialmente por que en un libro como Norcorea, se puede llegar a sentir la presencia de un personaje que es efectivamente emotivo e inclusive desgarrado] debo recordarles que un libro con un cincuenta por ciento de poemas facilones y plásticos es precisamente Los Tiempos Jurásicos, la primera entrega de Kevin Castro. Creo que a pesar de la frialdad del libro de José María Salazar [y el postureo formulaico, por dios, no olvidemos el horrible meme dentro de uno de los poemas, algo TAN horrible como la portada de El Chuculún en uno de los peores poemas de Kevin Castro en su primer libro] es un autor que puede darnos cosas interesantes en el futuro. Entre esa caminata sobre referencias y corazones rotos, hay mucho que afinar. Pero creo que es totalmente posible. Hay momentos en el libro para que crea eso. Le dejo mi velita.

Resumen: Si me parecía un 8 de diez ahora me parece un 6. Puedes leer la reseña original aquí.

 

Compartir
Facebook
Twitter