Tres Poemarios publicados muy recientemente, en tres comentarios más o menos no muy largos y con una intro que es más una excusa que cualquier otra cosa. Empecemos.

Poemas Neoyorkinos

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Carlos César Valle es un poeta peruano que cronológicamente pertenecería a los aparecidos durante los inicios de este milenio. La “Generación de los 2000”, junto a autores como Manuel Fernández, por ejemplo. Radicado en Estados Unidos hace buen tiempo, creo que no sería exagerado decir que su constante presencia en revistas de poesía le ha dado cierto nombre dentro de la escena literaria desde hace ya varios años. De hecho, yo lo leí por primera vez en la Revista Mutantres, en una de sus ediciones de 2015.

Es por eso sorprendente que Poemas Neoyorkinos sea su primer libro, luego de más de una década de persistencia literaria. El concepto del libro gira alrededor de uno peligrosamente reducido o avejentado, el del migrante internacional, algo redirigido de manera obvia a la experiencia personal del autor. De hecho, esto me hizo recordar a la chatura conceptual de algunos otros poemarios recientes. Siendo justo, el poemario no termina centrándose en ese único concepto. La mala noticia es que las aristas que interceptan a este son otros lugares comunes, propios de la poesía peruana de finales de los noventas: La ironía, el humor a costa del personaje, los lamentos de la figura del poeta como fracasado, etcétera.

El libro se abre con un poema largo sobre la ciudad neoyorkina que logra sostenerse sin ser un poema sorprendente. Luego tal vez la mejor parte del libro sean los poemas en prosa escenificados en distintos bares y lugares de concentración de poetas en la referida ciudad estadounidense. Sin embargo la mayoría de virtudes de este y demás poemas se ven empañados por una persistente ironía que aporta muy poco. De chiste fácil en realidad. De un humor muy básico que se muerde la cola. La peor muestra de esto es el poema que cierra el libro, un romance-parodia rimado sobre la situación de regresar a casa con alguien que no conoces (y ni siquiera buscabas o te gusta) y que termina siendo más un ser amorfo que una chica. El concepto me parece divertido, pero la ejecución es tan, pero tan plana, y se esfuerza tanto por hacernos reír. Voy a detenerme aquí. En sí, el poemario no es un desastre, como un primer libro es ciertamente decente. Pero queda mucho por pulir.

Resumen: No me gusto mucho. El humor es muy fácil. Algunos chispazos de todas formas. Es un 5 de 10 para mí.

Mandarinas Psicodélicas

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Mandarinas Psicodélicas es de todas formas, la continuación de un proyecto estético que Jorge A Castillo inicia con su primer poemario, publicado hace un par de años. Me refiero a Starfuckers. Mandarinas Psicodélicas enfatiza en el sonido de metrónomo que Starfuckers utilizaba. De hecho, en este libro Castillo usa este recurso de manera radical, añadiendo al ritmo de metrónomo anáforas que hacen al libro una composición de letanías que se expanden por páginas de páginas.

Estas nuevas experimentaciones son tan radicales, que hacen al libro un conjunto de poemas muy poco complaciente al lector, hasta un punto donde esto deja de ser un halago avant garde. Los larguísimos poemas de este libro se sienten varias veces más largos debido a esa persistencia en anáforas y palabras repetitivas. Es un libro sumamente irritante y muy difícil de seguir la corriente.

Lo mejor que se puede decir de esta nueva publicación es, como me lo comentó un amigo, que este libro dentro del contexto literario iqueño, pueda significar un ejemplo de literatura diferente en un lugar de escritores muy avejentados. Pero más allá de eso, muy poco. Tal vez yo añadiría que es un libro honesto que muere en su concepto. Pero eso nunca ha bastado. A los lectores más especializados les parecerá ciertamente un desastre.

Resumen: No me gustó. No lo recomiendo. Es un 2 de 10 para mí.

El Rayo

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El Rayo o una reescritura política del río de Javier Heraud, es un título con un subtítulo ciertamente innecesario, jajaja. Pero, a diferencia de Mandarinas Psicodélicas es un libro mucho mejor escrito, logrado y macizo en su concepto, develado desde el título.

En cierta manera, al modo de Héctor Hernández Montesinos reescribiendo a César Vallejo, las reescrituras de Jorge A Castillo respetan la longitud de versos del libro original de Heraud, añadiéndoles un ritmo que dialoga y toma de la buena poesía peruana de los 70s. Es de alguna manera no solo un cruce Castillo-Heraud, sino también un cruce Verástegui-Heraud, o Pimentel-Heraud.

De no mucha extensión, sin llegar a ser un libro extraordinario o de grandes pretensiones, logra conservar el ritmo, el interés y lo combativo de sus versos durante todo el conjunto.

Resumen: Sí lo recomiendo, Sí me gustó. No es decisivo ni extraordinario, simplemente bien hecho en lo que se propone. Es un 7 de 10 para mí.

Hay un Animal entre Nosotros

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Con una buena publicidad, generada por el buen manejo y difusión de la naciente editorial Personaje Secundario. En parte también porque desde sus comentarios y reseñas mayormente de narrativa Cayre Alfaro Fonseca ha ganado un lugar reconocible entre los lectores de literatura peruana contemporánea.

El conjunto de poemas es muy muy breve. De hecho podría considerarse casi una plaqueta. Compuesta además por poemas pequeños y concisos. Algo raro para la poesía joven peruana reciente. Estos poemas están sumamente influidos por el primer Montalbetti, aquel de Perro Negro, ese Montalbetti que se daba la mano con Antonio Cisneros. Puede considerarse un poemario de amor, escrito desde el imaginario de la ciudad llena de tránsito y desvíos. Un poemario urbano desde un lenguaje no-coloquial

Pero tal vez el hecho de que sus influencias estén tan marcadas, pueda resultar un poco irritante. Además, varias de estas influencias se traducen en versos que replican juegos en realidad complicados de Montalbetti en versos que se cortan, bromas? silábicas. Para un poemario tan corto, estos juegos sin mucho sentido son bastante perjudiciales.

Sin embargo, lo cierto es que el ritmo y la concisión hacen al poemario bastante lecturable. El ritmo es lo mejor y si bien este aspecto por si solo no es suficiente, es destacable. Como una primera entrega es decente. Puede esperarse algo mejor luego.

Resumen: Mmm. No me disgustó pero, no lo sé. Lo recomendaría por el hecho de que su lectura no afectará mucho en caso no sea del agrado. No es un mal poemario. Tampoco uno memorable. Diría que es un 6 para mí a manera de apuesta por el futuro de todo esto. Pero en esta ocasión guardaré mis fichas. Es un 5 de 10 para mí.

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