La importancia de estar Triste. (Fin del Sueño)

Si te digo que lo que llamabas alt lit… solo fue una alucinación en estado de coma, CÓMO TE QUEDAS??? Uouououououououou

Es preciso argumentar ciertas cosas que se pueden decir sobre una etapa que fue saliéndose de contexto y encerrándose en su propia burbuja, auto-alabándose, adorándose en su propio altar y entristeciéndose junto a su gran nada. Se recomienda leer desde el inicio hasta el final ya que si comienzas no podrás parar. Sí, estamos aquí para hacer frente a lo que fue la alt lit y otros puntos que iremos tocando a lo largo de la lectura, dando una vista objetiva, sobre todo dentro de este pequeño plano “generacional”.

I.
(Nu- Rave)

2008. La década de los 2000s está por acabar. Las personas que gastan su tiempo libre escuchando a las nuevas bandas de rock saben que los Strokes están acabados, Franz Ferdinand coquetea con la música disco, The Hives no existe. Por alguna extraña razón los adolescentes aceptan universalmente a Los Artic Monkeys como algo “fresco”. Un vacío. Entonces sucede.

NME publica un especial en su revista virtual y en su edición impresa. Se supone que está pasando algo nuevo (y chocante) Un nuevo movimiento musical exactamente, uno tan grande como el punk o el britpop. Nu-rave. Es un buen nombre. La mezcla definitiva entre el garage revival y los sintetizadores rave. Bajo el enorme paraguas caben multitudes increíblemente distintas. Hot Chip y Shit Disco. Crystal Castles y Klaxons. Estos últimos son elegidos los portavoces del estilo. Son estridentes y juveniles. Su página web está llena de imaginaria rave ochentera.

Con el tiempo Hot Chip sobrevive, bastante lejos de la etiqueta inicial. El resto de bandas se hunde en el anonimato. Crystal Castles se vuelve algo poco parecido a lo que era inicialmente.Y Klaxons, la máxima promesa del rock joven inglés se desbanca estrepitosamente en su tercer disco. El tercer disco de Klaxons es tan horrible y desubicado como un adolescente dudando horas frente a la cabina de votación presidencial: no tiene idea del camino que tomar, ni de lo que está haciendo.

¿A qué viene hablar de los mecanismos de una industria como el rock inglés al empezar escribir un artículo sobre lo que fue la alt lit, las consecuencias de esta y su llegada a latinoamericana? Es sencillo de explicar: parte del éxito y difusión de los autores que permanecieron debajo de este paraguas fue precisamente aferrarse a una identidad y castrar su expresión para ser fiel a un estilo que se puede resumir en cuatro letras: yolo.

Sí, es un poco mezquino, pero al final de todo este texto trataremos de explicar la decepción en referencia a todas las cosas que se desataron apenas hace unos años, pero cuyos estragos peligrosamente se asientan como las poesías jóvenes de países latinoamericanos, extrañamente entregados a la contemplación y a la miseria luego de la risa nerviosa.

II.
(Mírenme, mírenme, soy el hombre sin esperanzas)

Ya han pasado diez largos años suficientes del núcleo inicial de la alt lit norteamericana (aquel al que pertenecen Tao Lin, Ellen Kennedy, Megan Boyle, Noah Cicero y cercanamente Dorothea Lasky) para medir más o menos de manera objetiva los hallazgos y tropiezos de este grupo de escritores. Probablemente el impacto inicial que surgió de esta corriente entre los lectores norteamericanos fue la evidente irreverencia a las convenciones literarias. De hecho, el discurso estético de la alt lit es poco literario. La mayoría de los poemas iniciales de Noah Cicero y Tao Lin tiene más en común con las letras de grupos rock indie de los años 2000s que con la tradición poética de John Ashbery o Sylvia Plath.

¿Es importante? Sí, en cierto sentido. Al tener una escritura rara (¿nueva?) + medios de difusión poco comunes (internet y redes sociales) fue fácil revivir la época punk y asignarles el rótulo de “vanguardia”, que a estas alturas sabemos no quiere decir nada. Centrándonos exclusivamente sobre el escenario de sus libros y obras, el camino de la alt lit y sus portavoces se dirigió a través de una enorme desesperanza que derivó en su cliché. Revisemos un poco:

Richard Yates, la primera novela de larga extensión de Tao Lin, puede leerse como una inversión de una novela de aprendizaje (la pareja inexperta que va a chocar uno contra el otro mientras se dirigen a la consolidación de la relación) en la cual los primeros momentos brillantes son arrasados por la oscuridad que tiene en los personajes la fuerza incuestionable de la inercia. En Richard Yates está presente la miseria de las peleas de pareja de las cuales uno puede reírse cientos de veces recordándolas como anécdota pero también está la estupidez dirigida de asumir esto como un valor. La miseria como un don. Y si la miseria es un don, los personajes de Richard Yates no lucharán contra ella. En ese aspecto, Richard Yates parecería un símil a la novela Nunca Me Abandones de Katzuo Ishiguro, en la cual los personajes saben que hay un sistema burocrático entramado que los empujará a la miseria y la muerte, pero no son capaces de enfrentarlo. La diferencia es que al finalizar la novela de Ishiguro lo que sientes es indignación e impotencia, mientras que luego de acabar Richard Yates el sentimiento que queda en el lector es de pasividad y tristeza. Todo está perdido. Nada tiene sentido. Vámonos a perder el tiempo viendo videos en youtube y twiteando sobre nuestros aburridos trazos y eso es precisamente LA ESTUPIDEZ DE LA DÉCADA.

. . .

Sí, hemos hablado sobre una novela: se supone que este post es sobre poesía pero no es importante, el ethos entre poemarios y novelas es básicamente el mismo. Existe un peligroso eje de homogeneidad entre sus artistas. Entradas de Blog de un empleado de Panda Express de Megan Boyle es igual de intercambiable en desesperanza y pasividad con cualquier poema de Tao Lin. Todos apuntan hacia la miseria. La retratan, la desnudan, la hacen tan presente solo para coronarse en ella.

Tal vez el aporte, o como quiera llamarse, que realizaron estos escritores a los demás escritores jóvenes de su generación sea las de responderles que la poesía no está necesariamente dentro de lo literario. Algo que no es nada nuevo, pero fue especialmente necesario para un amplio sector de poetas latinoamericanos que años después se balancearon en la cuerda floja de la promoción y la obra tomada en serio.

III.
(Fuimos timados)

¿Cómo, a pesar de la propuesta tan limitada dentro de este círculo de escritores, existen centenares de blogs aún hoy en los que se habla sobre la alt lit y sus variantes latinoamericanas como la literatura “más real que existe”, y a sus autores como los portavoces de una generación?. Daré la respuesta más simple primero. Es la misma razón por la cual hay millones de jóvenes en el mundo que toman a Kanye West como un modelo a seguir solamente por su constante exposición a los reflectores del show y no miran a un artista que prescinda de estos medios.

Las tácticas de expansión publicitaria que se realizaron (algunas veces por inercia y en otras ocasiones dirigidas intencionalmente) fueron la réplica de aquello que podemos llamar “la sociedad del espectáculo” en un pequeño círculo de escritores unidos a través de la internet.

Ver los posts que definían “lo que estaba sucediendo” en la poesía latinoamericana a finales de 2014 es un gracioso ticket a la literatura tomada como entretenimiento. Pero tiene que ver bastante con la difusión exitosa de la alt lit o lat lit. La mayoría de los reseñistas que escribieron por ese tiempo pusieron en los núcleos comunes casi de manera universal que estos nuevos escritores tenían una presencia marcada en la internet. Y es así, las grandes estrellas como Megan Boyle, Oscar García Sierra o Luna Miguel, llenaban a diario tumblrs, twitters y perfiles de facebook no solo con nuevos poemas propios o reseñas sobre lecturas recientes sino con lo que les pasaba a diario. Cualquier lector de Didier Castro o Augusto Sonrics puede seguir una cronología de twitter y revisar qué estaba haciendo el autor en una fecha exacta de los últimos tres años.

¿A qué quiero llegar con esto? Que los escritores de la alt lit o lat lit conectaran su obra de ficción con sus perfiles en redes sociales, donde evidentemente el paralelismo entre obra y realidad se pierde o entremezcla, creó en torno a ellos un estatus de celebridad. ¿Por qué, a pesar de que las letras en las canciones de Kanye West sean por momentos absolutamente estúpidas, son interesantes para su público? Porque quieren ver detrás. El Gran Hermano son sus poemas. Ellos se sientan augustos. El sillón del computador es un lindo trono. Y ellos instalaron las cámaras.

La alt lit y el posterior grupo replicante en Latinoamerica “Los Perros Románticos” no asistieron a la democratización de la poesía, sino a la democratización del espectáculo. Un fenómeno muy interesante, puesto que los artistas y su supuesta rebeldía es más bien el sonido de un conformismo asfixiante. Nunca un nosotros en el reino del yo. Nunca situaciones complejas. Siempre mi dolor. Mi herida. Mi don.

IV
(Nada nada nada Nada)

1- ¿La Alt Lit existe?

– Probablemente no. Probablemente como muchas etiquetas, no. Como un estilo nunca existió. Creo que la alt lit solo persistió y persiste como una manera de promocionar unos libros más que una experimentación con el lenguaje. Claro, estaba escribiendo sobre la alt lit refiriéndome a que incorpora fuentes extraliterarias al poema. Pero se queda allí. Un grafiti llevado a un poema hace eso. Una experimentación mayor no se ha dado. Augusto Sonrics suponía acaso ese “giro lingüístico” para esta fuente pero sus resultados son poco favorables, debido a su estancamiento empecinado en lo que ya había mencionado “estoy triste, miren que estoy triste, buuu”

2- ¿Sólo están tristes y aburridos y hablan de estar tristes y aburridos?

– El núcleo inicial de la alt lit norteamericana es particularmente gris. El núcleo latinoamericano en cambio opta por añadirle a este discurso el del “Teenage Dream” Para autores como Kevin Castro, la energía de la rebeldía se halla en un discurso de plena libertad que chocará de lleno contra los cronogramas y esquemas de una sociedad asfixiantemente ordenada y oficinista. Bueno, se dan de cabezas contra el muro, puesto que la libertad sin extremos y la irracionalidad eran útiles para los surrealistas, y a estas alturas llevar eso como estandarte es más algo parecido a un berrinche. Es particularmente fastidioso el tono aventurero de esta libertad desmedida que no conoce el contrapeso de una responsabilidad. Los autores jóvenes que acaban inscribiéndose a este rubro acaban como fotocopias virtuales del peor poema de Charles Bukowski.

3- ¿A qué te refieres?

-Los Tiempos Jurásicos de Kevin Castro. Norcorea del mismo autor. Seroquel Dreams de Augusto Sonrics. Emoji de algo muerto, de Martín Rangel. A la poesía de Oriette D’Angello, Pamela Rahn, Daniela Prado, Didier Castro, Ricardo Limassol, Dante Tercero. A los poemas de tumblr de Jorge Vargas Prado. A los inicios de Jorge Rengifo, esas cosas.

V.
Escapar de la matrix

flat800x800075t-u1¿Y todos los autores que en algún momento se inscribieron en este movimiento o se movieron por aguas cercanas son realmente aburridos, aventurados o estúpidos?

Pues no, y son precisamente aquellos que decidieron romper con las identidades definidas los que construyeron una literatura lejos de la juventud e internet como ejes. Citaríamos —específicamente— al trabajo (gran trabajo) que realizó la poeta española Berta García Faet.

El último libro de Berta García Faet es probablemente el libro más grande que se ha publicado en Hispanoamérica entre los poetas de menos de 30 años en lo que va de la década. En él, García Faet emprende una ruptura tanto en su transfondo ético como en su técnica. El sueño adolescente es reemplazado por la búsqueda de una esperanza en el amor, que tiene por momentos una connotación religiosa que lo lleva al concepto de fe. En tanto que como recursos lingüísticos el lenguaje de chats y mails es reemplazado por un léxico científico, metálico pero sumamente sentimental.

Un caso que provoca sentimientos encontrados es el de Kevin Castro, especialmente en su segundo libro, Norcorea. Cuando apareció lo llamamos en una reseña el libro de poesía joven peruana más importante desde los años 70s. No retiraríamos eso. Pero el tiempo de relectura me lleva muy a mi pesar, concluir en que gran parte de la poesía de Castro en Norcorea es técnica sin contenido, o su contenido es tan básico que el poema se cae a pedazos: no soporta una relectura. Claro, no todo Norcorea adolece de esto. Pero tampoco su ética me resulta agradable. Norcorea esboza en su poesía planos para destruir una sociedad deshumanizante a través de la aventura. Y creo que ese es el error. Autores como Castro piensan que si el recorrido no es aventura no es válido. Si el conocimiento no surge de una epifanía no hay conocimiento. Es el camino de los que piensan que la literatura es como una droga dura: si no hay sentimientos intensos, no hay nada. Y es que, el lugar de la poesía también puede ser reflexivo y lentamente brillante. Que Norcorea sea uno de los libros más destacados de la poesía peruana joven debería ser un motivo de vergüenza. El juego de Castro es más que todo técnica y nada más.

VI.

Cada vez que alguien asocia a la alt lit con Foster Wallace, Dios mata un gatito

gatoTal vez uno de los asuntos más fastidiosos de todo esto es el que el núcleo alt lit se halla asignado a sí mismo la corona de ser los sucesores de Foster Wallace en sus imágenes del aburrimiento, su fascinación por convertirse en una literatura de la información

PUES NO, CLARO QUE NO, ABSOLUTAMENTE NO, CÒMO DIABLOS PODRÍAN SER HEREDEROS DE FOSTER WALLACE, EL SUICIDIO DE FOSTER WALLACE NO ES LA OBRA DE FOSTER WALLACE. FOSTER WALLACE NO FUE ALGUIEN QUE FINGIÓ UNA DEPRESIÓN SINO ALGUIEN QUE LA SUFRIÓ HASTA SUS ÚLTIMAS CONSECUENCIAS Y EN SU ESTELA HASTA SU SUICIDIO NO DEJÓ MISERIAS COMO ADORNOS DE NAVIDAD SINO UN MENSAJE SUMAMENTE ESPERANZADOR, PEDAZOS DE ZOQUETES

Bueno, la asociación entre alt lit y Foster Wallace se da por un término en común, el de Nueva Sinceridad. Foster Wallace se refería con él a un grupo de escritores que él pensaba reemplazarían al cinismo-irónico que a finales de los años 90s dominaba la narrativa estadounidense:

Los próximos «rebeldes» literarios verdaderos de este país podrían muy bien surgir como una extraña banda de antirrebeldes, mirones natos que, de alguna forma, se atrevan a retirarse de la mirada irónica, que realmente tengan el descaro infantil de promover y ejecutar principios carentes de dobles sentidos. Que traten de los viejos problemas y emociones pasados de moda de la vida americana con reverencia y convicción. Que se abstengan de la autoconsciencia y el tedio sofisticado. Por supuesto, estos antirrebeldes quedarían pasados de moda antes de empezar. Muertos en la página. Demasiado sinceros. Claramente reprimidos. Anticuados, retrógrados, ingenuos, anacrónicos. Quizá se trate de eso. Quizás esa es la razón de que vayan a ser los próximos rebeldes verdaderos. Los rebeldes verdaderos, por lo que yo sé, se arriesgan a ser desaprobados. Los viejos rebeldes posmodernos se expusieron a los chillidos de asco: al horror, al disgusto, al escándalo, la censura, las acusaciones de socialismo, anarquismo y nihilismo. Los riesgos actuales son distintos. Los nuevos rebeldes pueden ser artistas que se expongan al bostezo, a los ojos en blanco, a la sonrisita de suficiencia, al golpecito en las costillas, a la parodia de los ironistas y al «Oh, qué banal». A las acusaciones de sentimentalismo y melodrama. De exceso de credulidad. De blandura. De dejarse embaucar de buena gana por un mundo de mirones y seres acechantes que temen al miedo y al ridículo más que al encarcelamiento sumario. Quién sabe. Los narradores actuales más cotizados parecen una especie de final del final de la línea. Supongo que eso comporta que cada cual ha de sacar sus conclusiones. Tiene que sacarlas. ¿Se sienten ustedes inmensamente complacidos?
– David Foster Wallace, E Unibus Pluram (1990)

Es decir, Foster Wallace esperaba que surgiera una camada de autores que, en vez de rendirse al nihilismo cool de la época, se levantaran en contra de él volviendo a creer en un ideal. Estos artistas serían burlados por los ironistas y cínicos. Pero para Foster Wallace estos se convertirían en los verdaderos rebeldes, dispuestos a encontrar respuestas (conocimiento) entre los escritores que se han rendido “porque las cosas siempre van a salir mal y siempre se acaban y es mejor no hacer nada más al respecto que burlarnos”

Justo lo que hacen los alt lit. Justo lo que hacen los Oscar García Sierra del mundo. Los Sonrics y los Rangel, como antes los Tao y los Boyles. No busquemos rebeldía en ellos. Ellos son más bien la línea de avanzada de un tipo de artista niñato que no es más que el conformismo hecho literatura.

Pero argumentemos un poco más, desde siempre el sentirse miserable ha sido el punto de partida para varias de las grandes obras de la literatura. Eso. Solamente un desagradable punto de partida. El inicio del camino de Dante es el de darse cuenta de la miseria a la que su vida “dislocada” lo había conducido antes que decidiera redimirse. La enorme incredulidad de Holden Caufield en El Guardián entre el Centeno acaba llevando al personaje a encontrar un punto de redención en la honestidad e inocencia de su hermana Phoebe. La importancia de la tristeza es la de ser una especie de fondo, gran problema sobre el cual el artista se recuperará y dará su hermosa respuesta, su reinvindicación de la literatura como una forma de conocimiento. O como lo podría decir mejor Woody Allen a través de Gertrude Stein en el minuto 59 de Medianoche en París:

“La tarea del artista no es sucumbir ante la desesperación sino buscar un antídoto para el vacío de la existencia”

VII.

Don’t you forget about me

Y para dar fin, podemos decir que en el ámbito de la crítica, que se observaba de miles de formas, (ya que todo se reducía a portales web) algunas más irrelevantes que otras, pero siempre con una subjetividad gigantesca alimentada por la aceptación de estos diversos autores-celebridades. Este asunto hasta un punto bordeaba la zona de tolerancia, sin embargo, el mayor delito es que estos “críticos” de esta nueva “escritura emergente” fue que sacaban a la luz sus tan acertados puntos de vista sobre autores que aún estaban dentro del cascarón, estos los obligaban a salir mucho antes de que desoven por sí mismos, dándonos la imagen de un poeta-feto. Leer las reseñas de críticos como Tive Martínez hicieron que este ámbito creciera en aceptación a lo cerrado del grupo dando cabida a poetas que su maduración aún estaba por verse y a poetas de escritura ya desgastada. Hay poemas y/o libros que en su opinión son lo mejor que ofrecía la poesía joven hoy por hoy, en estas se puede ver opiniones sobre poemas de diversos autores tanto de habla inglesa como española, desde el tipo de escritura ya degenerada de Dante Tercero, o últimos poemas de la poeta Luna Miguel que, cabe decir, no se comparan con algunos primeros. También, yéndonos al otro lado, un daño terrible es hacer ver que, un artista que tiene oportunidad de mejorar, se vea hundido en una buena crítica sin precisar errores y levantándolo en andas. La mejor crítica que se puede hacer a un poeta que recién emerge es hacerle ver los errores y no solo guiarse por estas fuentes facilistas en que estaba metida en gran parte de esta generación.

Es triste saber de todo lo que se puede ver en solo parte de este tiempo, difícil es resumir en lo que pudimos estar viviendo de esta época ridícula que, bien ya se predecía, iba a continuar desapareciendo, cayendo, como estructuras baratas que no tienen soporte y si lo tienen son paja y tierra.

Ahora podemos decir con total seguridad que poetas como Didier Castro, el primer Kevin Castro (el de los tiempos jurásicos), Luna miguel (recalco, últimos escritos y parte de los primeros) y parte de una fallida tradición estadounidense, ahora son solo una etapa que se va muriendo, “una lucecita led de navidad que se va apagando”. Su muerte es necesaria.

Por parte nuestra, es necesario aceptar que nos equivocamos. Dimos en el travesaño. Nos equivocamos al ser muy entusiastas frente a lo que estaba sucediendo en esta época tan rara. Es importante reconocer que no supimos localizar los errores dentro de una escena que nos aceptó como portavoces de todo esto que se hacía llamar como “lo nuevo”. Como colectivo, luego de mirar nuestros desaciertos, elegimos obrar sobre ellos. Contra el vacío elegimos una acción, que siempre es mejor que ninguna acción.

 

Escrito por Crhistian Bafomec, Josué R. Hipolo, Valeria Román Marroquín y Roberto Valdivia.