En esta ocasión presentamos cuatro poemas de Felipe Ruiz, uno de  los poetas chilenos más importantes de la década de los 2000s. Los poemas aquí publicados son tomados de la antología País Imaginario de Maurizio Medo y Benito del Pleigo

Felipe Ruiz (Coronel 1979). Ha participado en diversos talleres literarios de Balmaceda 1215, en el taller de José Ángel Cuevas durante el año 2000 y Lila Calderón en el mismo año. Organizador del Primer Encuentro de Jóvenes Poetas, Poquita Fe. Participante del Foro de Escritores. Ha sido invitado a eventos literarios en Chile y el extranjero. Ha publicado el libro Cobijo, por LOM Ediciones, el año 2005. Poemas suyos han aparecido en revistas de Guatemala, México, Perú. Ha recibido el Premio Armando Rubio Chile Poesía por su obra, además de la mención honrosa del concurso de poesía de la Feria Internacional del Libro de Santiago.

 

 

A LAS ESTRELLAS ESTA CARNE QUE SOMOS

 

A las estrellas esta carne asada en el carbón de los bosques que amo asada en los leños del espíritu y donde nos doramos para hacernos más puros y aprendemos dolorosamente la palabra “amor” la palabra “olvido”

Yo vi esos troncos un día en el bosque y a continuación el claro de estrellas vislumbrando el secreto y los dioses antiguos con el azul más hondo y misterioso de la sangre ondulando en mi corazón

Y si alguien oyera ese rumor cuando trabajo, día a día, cuando anochezco, noche a noche, y cuando soy sueño diríase: árboles de amor, diríase: troncos nombrados diríase: el dolor de los árboles

Porque yo creía en ti y tu me aguardabas

Como una estrella



FOSA COMÚN

A Tania Lorenzo

En la fosa común florece la rosa del mundo

 

Afuera la noche está despejada – es Verano de San Juan –
pero los fanáticos no dejan de insistir en que el cielo caerá sobre nosotros
los estudiantes van al pool y compran útiles para el aseo de sus almas
y sus colegas se pasan la tarde en la mesa del bar
bebiendo sangría y comentando el partido de tenis del momento
el cielo se nos va a caer
repiten algunos
mientras este vacío entre un punto y otro recuerda
a los bronceadores que de seguro el próximo semestre cubrirán nuestras espaldas

a los nueve años los ciudadanos ya son aptos para comprender
la diferencia entre el trabajo y el placer
por lo que serán conducidos a cantar en las iglesias
y con sus bocas entre abiertas podrán recordar levemente
a qué sabía el paracaídas que los trajo desde el último grito de rebeldía de sus padres hasta la ciudad de malles y suburbios

si a fondo de esta larga noche vas
por la calle de improviso y repentinamente adecuada
para entrar en la alegría misteriosa de lo perdido
no temas que las pulgas coman tus nervios
los dejarán bien en sus intestinos y tú sentirás
cuando sea el último capítulo

parece que estás muy cansado esta noche

¿podemos hablar esta noche?

¿hablar esta noche con todo el ruido?

el ruido entra por un oído y no sale por el otro
el ruido se queda en los tímpanos hasta el día siguiente
y al día siguiente volveremos
¿volveremos?

la oscuridad propicia para un golpe de efecto

un clarinete en sordina

mis niñas bailan solas como sus madres

mis niños beben y a veces también se tiran
y manejan sus autos a toda marcha aceleran

¿no entiendes? es una máquina

todo lo que empieza como comedia
termina en tragedia carretera

¿Y qué haremos?

nos levantaremos a punta de sol en el rostro
con la cara raída por la luna y nos bañaremos para despertar
tomaremos nuestra máquina aceleraremos para llegar a punto
tocaremos la bocina como posesos
nos haremos un instantáneo cargado y a continuación:

Volveremos. Cuantas veces sea necesario. A ver bailar a las chicas, seducidas sin amor, y beberemos eso que sabe a químico, tal vez incluso aspiremos un químico, al tic taqueo veloz del tecno – un marcapasos que te revienta el corazón -, y quizás tengamos tiempo de cruzar un par de palabras en la soledad de la noche. My Jungle. Y anotemos un par de mails para contactarnos sin tocarnos, en el incógnito de la oficina. Esperaremos. Que ojalá no amanezca, y antes del amanecer gritaremos, eléctricos, pidiendo muerte.

Transito por el parque de noche y siento el dolor de los árboles

 

RE                                                 FA7                                           MI/RE#

Tengo algo para ti, que nunca nunca habías tenido, tengo mucho mucho

¿y a continuación?

Claudicaremos. Por la velocidad del gesto. Por lo volátil de las emociones. Unos cuantos roces serán suficientes para apretar muy fuerte la cintura de la niña y hacerla sentir el dolor de mis muñecas. O si no, perderemos. Es decir, el ritmo solitario del compás uniforme nos harán violar, una y otra vez, esperando la totalidad de un gesto, el raport de una mirada.

¿ves que ya no tocan lentos?

¿ves que no se usa eso del blue?

el infierno está donde las cosas  zumban y percuten al ritmo del son sabroso

afuera la vida pasa al revés que en la pista de Baile

el que va por amor encuentra lo que adentro no puede

por eso las pistas son como la vida

 

El cuello de botella de los buses nos detuvo justo en la puerta
en la embajada de una nación que ya no existe
y los cuellos de botella nos enlazaron con los muchachos del A – 22

Eso es nuestra revolución

 

Cerro Blanco

 

Todos se pusieron estéreo el oído con las ondas que salían del cerro, por eso Hernán escuchó que nadie tiene que meterse en las orejas otros tapones que no sean los de agua. Los de cerro le vinieron encima cuando supieron. Todos se pusieron estéreo con el cerro pelado que les tenía que guardar del viaje que iniciaban, por eso le pusieron tapón en el portal donde vivieron, y  la estepa quemá les cayó encima. Nahuatl, helmuhtl, un sueño arrancao de cuajo para que ellos no fueran más hombres, para que ellos no fueran más, por eso el cerro les guarda la pena que les queda de hombres por eso les pone todo blanco el rostro cuando saben que ya no les tienen elementos que sembrar en las manos, ni les queda otro ropero que guardar en despensas llenas de nada. El cerro les pone estéreo cuando guardan sus libros y escalan a lo más alto donde están las antenas y no tienen quien les guarde el sueldo y no tienen que les ponga una disposición para oír sus nombres. Por eso le guarda en algo el cerro sus propios nombres, muhatenl, les guarda en algo sus únicos recuerdos para que la ciudad ciega les ponga en la cúspide un canto de amor.

 

 

 San Cristóbal

 

La más alta verga en la cúspide del santo le puse para que no cayeran todos, hola. Les puse en el elevado algo de amor para que Matías no supiera dónde estaba la claridad. Por eso cuando ellos salen de sus madrigueras alguien les dice que tienen que sentirse llenos de salvar los vagones donde va subiendo gente al santo y en lo más alto les deja caer algo de una verdad mentirosa, blanca como una montaña de nieve. Por eso cuando Matías hace un gol les pone a todos algo de santo en lo más elevado de la cúspide y crispa las mañanas la levantada donde todos ven el regordete cerro que les tiene de funicular los ojos. Algunos animales pudieron escapar, para eso alguien les pone a silbar la mañana y el santo les guarda en su lechero. Intriga la mañana donde trenes suben a ver qué hay arriba y todos los que abajo sufren pueden escupir al cielo. Porque se sufre allá abajo. Algunos caen, otros guardan improvisadas rendijas de agua, Matías hace goles y tiene la mirada perdida en el dolor, espanta su mirada. La mujer guarda en el ropero las camisas, alguien dice que debe escalar el santo para ver de arriba cuanto ropero abandonado hay en la super ciudad que les tiñe de rojo el asfalto.

 

FELIPE RUIZ Nació en Coronel, Chile, en 1979. Publicó los libros: Cobijo (2005), Arquero (2008), Fosa Común (2009) y Trenes (2010).

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