Un lugar mirando el vacío

¿Recuerdan el relato Casa tomada del argentino Cortázar? En ella, había “algo” que invadía poco a poco la casa, tomando espacios, segmentos y luego finalmente expulsaba a los protagonistas, dos hermanos. Durante un tiempo, la crítica interpretó que ese relato manifestaba, de manera simbólica, el espíritu de una época en la sociedad argentina, el de la dictadura argentina que invadía todos los espacios de la vida personal y pública. Podía ser, entonces, que ese “algo” sea ese espíritu dictador, controlador, censurador que invadía nuestros espacios tanto así que terminaban por expulsarnos. El cuento terminaba —no lo he revisado ahora— cuando se cerraba la puerta y los hermanos huían desamparados a la calle. Hay algo (y no) de eso en el poemario que hoy nos ocupa, Moho, de Cristal Alarcón Filinich, editado recientemente por la joven editorial Personaje Secundario. Lo interesante del poemario, a diferencia del relato cortazariano, es que nunca sabemos si eso —que es nombrado ‘moho’ como el título del libro, pero no estamos seguros que sea eso— realmente se queda o se va, o se fusiona con los protagonistas o, por el contrario, en realidad nunca entró, sino que siempre estuvo presente en el espacio, la casa que habita el protagonista del libro. Casa que, dicho sea de paso, está sutilmente ilustrada en la portada del libro, como un dibujo infantil y gracioso que nos inspira cercanía y ganas de conocer sus espacios que imaginamos tierno, empático.

Sin embargo, es un libro cruel. Al adentrarnos en los pasillos de casa, en la que habita ‘moho’, nos encontramos con tensiones, vacíos y cierta dureza, que a veces se disfraza de ternura, para contarnos esa tensión de habitar/deshabitar un espacio en el que estamos forzados a permanecer. Es lo mismo, estamos en él, pero a la vez estamos fuera. Al mirarlo con distancia, esa distancia tan necesaria para observar como un objeto clínico, en realidad nos observamos a nosotros mismos. Y esa sea tal vez la virtud del libro. Producirnos esa tensión entre lo observado y el observador, esa confusión crea un clima tenso e interesante por el que se adentra la joven poeta arequipeña.

mohooo

La referencia ineludible, y en ese mismo sentido coherente, es la familia. Al ser además, los típicos habitantes de una casa cualquiera. La familia, que imaginamos disfuncional, no termina por aceptar a ese ‘moho’ que va invadiendo todos los rincones de la casa, carcomiendo una suerte de orden y trastocando el ambiente y generando una especie de resignación amarga por su presencia, pero siempre denunciando esa invasión. Esa tensión, e invasión, está expresado por ejemplo en las frases en inglés que, como enseñanzas balbuceantes, aparecen entre los versos que tienen, eso sí, una composición habitual. Digamos que es una forma y estructura que ya hemos leído antes.

Sí, y hay algunas frases y verseo que son lugares comunes. A pesar que las imágenes carezcan de fuerza —por momentos parece que el lenguaje es meramente descriptivo—, lo interesante es la tensión que generan las palabras, una suerte de rendición de cuentas y explicaciones sesudas que centran y amplían el orden. ¿Qué es —¡maldición, qué!— ese ‘moho’ que invade nuestro espacios, tanto que no podemos evitarlo? ¿Un personaje no dicho, pero sugerido?, ¿un hijastro?, ¿la rutina?, ¿el capitalismo?, ¿ese crecimiento que todo junto nos llena el rostro de granitos, espinillas y la sensación de vacío en el tiempo que pasa inevitablemente mirando el techo sin saber cómo detenerlo?

FICHA TÉCNICA

Título: Moho

Editorial: Personaje Secundario (Perú)

Fecha de Publicación: Febrero de 2020

Sobre la Autora: Cristal Alarcón Filinich (1997, Arequipa). ilustradora, escritora y estudiante de diseño gráfico. Fue en 2018 parte del colectivo Verboser y una figura reconocible entre los eventos y escenas de la poesía peruana reciente.

 

Jorge A Castillo

Jorge A Castillo

Vive en Ica. Editó, en su tiempo de curioso estudiante sanmarquino, la revista Mutantres, literatura mutante, que alcanzó 7 ediciones donde publicaron poetas de todo el país y Latinoamérica. Por esos luminosos años, y en complicidad con otros jóvenes poetas, organizó numeroso recitales y fundó C.A.C.A. Editores, una editorial comprometida y resentida. Ha publicado ócixot>crónicas_contaminadas (2015), starfuckers (2017), Mandarinas psicodélicas (2019). Desde Ica, lleva el sello El Pallar Negro Ediciones y ha armado la colección pallar_poetry_systems con la que ha publicado 4 libros de la poesía más joven de esa ciudad. El pallar_poetry_systems es un sistema de producción poética, lo más cercano a un software con un algoritmo loco, que produce libros de poesía urgente y necesaria en una ciudad tan vacía y posapocalíptica como Ica. A modo de signo, o ruta, el primer libro de esa colección es la reedición de La tortuga ecuestre, de César Moro, libro destellante y brutal que urge redescubrir sesentaitantos años después.
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