Hola chicos, el día de hoy les dejamos una reseña sobre Tartamudo el primer libro de José María Salazar (Lima.1994), recientemente publicado por Paracaídas Editores.

 

OH THE TIMES THEY ARE A CHANGING 

La publicación de Tartamudo, el primer libro de José María Salazar es desde sus circunstancias editoriales, interesante. El hecho que un libro como este haya sido publicado en Paracaídas Editores, la editorial más relevante de poesía en el Perú desde al menos un lustro (y hasta ahora con un catálogo pocas veces abierto a propuestas como la de Salazar) es sorprendente y curioso. Cuatro o cinco años atrás hubiese sido imposible pensar que un libro como este hubiera encajado entre los libros de impecable corrección y barroca flacidez que el catálogo de Paracaídas publicaba. No sería una exageración decir que a pesar de la frescura o minimalismo de algunos de los libros del catálogo, no hay uno solo siquiera emparentable con Tartamudo.

(Todo esto sin contar que Paracaídas durante años mantuvo casi sin excepción un sistema poco indie pero popular en las editoriales de poesía locales, me refiero a la publicación por pago. Este método, entre otras cosas, segmentó a los poetas jóvenes a personas de un rango de edad mayor a 28 años, personas con trabajos asentados capaces de pagar la impresión de un libro. Si bien ese sigue siendo el promedio de edad para publicar en Paracaídas, en los últimos dos años ese rango ha bajado drásticamente  para el panorama general, teniendo hoy en día una cantidad inédita de poetas publicando entre los 17-24 años)

Podemos ver a Tartamudo como el libro que de algún modo significa y sobre el cual podrían recaer la mayoría de discusiones más interesantes sobre la nueva poesía joven. (Pero también los “¿Es esto poesía?” “¿Las referencias pop son válidas?” “¿Es esto vanguardia?” Entre otras preguntas fuera de lugar hechas por tantos críticos estos meses) Al mismo tiempo es uno de los primeros tres libros de esta oleada de poetas publicado en una editorial no-indie de mayor alcance y experiencia (En este caso, la de más alcance y experiencia actualmente) Es muy probable que sin la discusión y la polémica sobre la nueva poesía joven a un libro como el de Salazar se le hubiera hecho más difícil encontrar un sitio dentro del catálogo al que ahora pertenece. Finalmente los editores serios empiezan a ceder. Tartamudo es un signo de un cambio entre las tendencias e intereses de las editoriales y los lectores de poesía peruana. Por supuesto esto no sería importante sino fuera porque junto a todo esto, Tartamudo no fuera un buen libro. Y de hecho lo es, es uno muy muy bueno.

 

ESTE ES EL INICIO DE TODO LO QUE NO ESPERABAS

Tartamudo es desde su estructura un libro que se propone a funcionar con lo mínimo. Conceptualmente podría ser visto como un compilado de poemas de amor cargados de angst adolescente, de crisis existenciales emo sin una estructura más que lineal, con algunos poemas en prosa que sirven de respiración para los innumerables tics nerviosos y ataques de ansiedad que constituyen el libro.

Los versos minimalistas apuestan por lo general  por el ritmo largo y delgado, lo-fi de varios de los nuevos poetas jóvenes. Tartamudo es una relectura de la poesía peruana más reciente, de esa escena de poesía amateur y vitalista que había vivido en el subsuelo hasta hace no muy poco. La conexión e influencia con los libros de Kevin Castro salta a la vista como la más importante, especialmente por el juego de ironía y sinceridad en el ritmo, a la vez que la forma en que se incluyen referencias pop en los poemas es similar. No es la única referencia visible, la alt lit, la poesía de Los Perros Románticos o autores en particular como la española Berta García Faet o los peruanos J Estiven Medina Ortiz, Urpi Orihuela o Tilsa Otta pueden ser rastreados entre los versos que forman Tartamudo. Tartamudo puede ser visto como un cover, un posible remixeado (mejor sería decir pastiche) de influencias ubicadas en lo emocionante de esta escena de la poesía peruana. Poemas espontáneos, lecturables en voz alta, con probables vasos comunicantes con la tradición argentina reciente.

Y en todo el trayecto, hay momentos para varios hits. De hecho el libro está cargado de poemas sumamente memorables, vivos a la vez de melancólicos y sentimentales (intensos también), que funcionan solos. Yo nací el día en que declararon que las revoluciones ya no eran posibles que la política había muerto y nunca pensé en eso, Love of mine someday you will die, I ain’t no hero that’s understood all the redemption I can offer girl is beneath this dirty Hood o el poema que cierra el libro bailan cubiertos de esa frescura permanente y un aura pop pegajoza. Porque desde luego, Tartamudo al igual que la mayoría de los poemarios de los autores de los que se inspira, no es una propuesta radicalmente experimental o vanguardista. Sin embargo esa novedad que no se aspira es reemplazada por una imponente frescura que nos da la ilusión de que, a pesar de estar frente a recursos ya utilizados en décadas anteriores, estos no suenan repetitivos, copistas o avejentados.

 

NO ES UNA FASE MAMÁ, ESTE ES MI VERDADERO YO!

Algo que personalmente he encontrado como un acto de condescendencia de parte de los críticos y comentaristas de poesía es tomar a los poemas espontáneos, con versos ágiles, mínimos y sucios como una especie de “fase” de aprendizaje poético que luego será reemplazada por un lugar con un mayor dominio de la técnica. Por un sonido más limpio y “maduro”.

No es un secreto que los últimos diez años de poesía peruana han tenido una especie de “fetiche” por la técnica y el poema redondo (que tantos libros olvidables nos han dado) En realidad propuestas como la de Salazar siempre son arriesgadas. Son como canciones indies en las que si escuchas por separado el bajo, la guitarra o la batería de la canción, estas suenan llanas, intercambiables o simplonas. Tomar versos de los poemas de Tartamudo y leerlos fuera del poema da un efecto parecido. Es el ensamblaje de versos en estos poemas y el ritmo que adquieren lo que los hace interesantes, frescos y memorables. Estar en tan buena parte del poemario al filo de llevar los versos a chistes de Twitter, o hacia la banalidad, y no caer en ese enorme abismo no es por supuesto algo tan sencillo.

La propuesta de extrema espontaneidad lo-fi hasta ahora ha sido pocas veces expuesta en libros que hayan tenido un impacto en una cantidad considerable de lectores. Tal vez el libro más parecido en estructura y fluidez podría ser la primera entrega de Kevin Castro, Los Tiempos Jurásicos, un libro de culto editado por la desaparecida C.A.C.A Editores en 2013. Al lado de este libro Tartamudo luce mucho más acabado, menos como un primer libro y más como una propuesta  segura dentro de su ritmo inseguro y zigzagueante.

Desde luego, hay momentos en que los tics y el ritmo repetitivo pueden sonar un poco aletargados. Uno de los últimos poemas, titulado con un meme (que curiosamente me recuerda al traspié de Kevin Castro en su poema Huracán, dentro de su primer libro) que poco aporta al texto a seguir (de hecho, disuena muchísimo y puede parecer a lectores más serios como a lectores poco emocionados algo a todas luces efectista, sino una pose) es otro de los pocos puntos bajos que se pueden rastrear.

 

 SI KEVIN CASTRO ES STROKES, JOSE MARÍA SALAZAR ES SIN DUDA, ARTIC MONKEYS

No quiero que se interprete que Tartamudo es un libro deudor a un autor como Kevin Castro o en general a la nueva ola de poetas jóvenes de la que tanto se ha hablado en los últimos meses. Si encuentro una analogía musical válida es la del legado que forma la banda británica indie Arctic Monkeys luego de escuchar durante horas de horas con suma devoción a la escena neoyorkina encabezada a principios de los 2000s por The Strokes y Julian Casablancas, concibiendo al final un sonido influenciado por sus referentes a la vez de propio, distintivo y reconocible.

Y un libro como Tartamudo sin duda reinvindica al mismo tiempo que hace suyo los hallazgos de esa escena de poesía de azoteas, visibilizándola frente a un grupo de lectores más amplio. Es un libro melancólico y tal vez los mejores momentos suceden cuando logra voltear el humor irónico en declaraciones de palmas abiertas con irradiante y redentora sinceridad. Porque algo que hace bien Tartamudo es tocarte, y aun en sus fraseos más desnudos que recuerdan al ultra minimalismo alt lit, aparecen imágenes que te vuelan la cabeza, por lo empáticas y directas que resultan ser. Este tipo de poemas a pesar de resistir la lectura en voz alta, son más que todo visuales, hiladores de imágenes y referencias que se pegan como si estuviesen puestas encima de una pantalla. Tal y como lo hacen los novelistas desde 1995 según Mario Montalbetti, demostrando la influencia estilística de la televisión e internet sobre la poesía que los críticos de gafas más gruesas se niegan a creer.

Y también es una especie de himno generacional para una generación insegura, nacida sobre el caos y sobre la infinidad de posibilidades. No es una casualidad las constantes referencias a 21 Pilots y su canción “Stressed Out” (Wish we could turn back time, to the good ol’ days / When our momma sang us to sleep but now we’re stressed out) aquel hit sobre la ansiedad millenial (aquí también se aplicaría ese famoso tweet que decía: “Juguemos al Monopoly Millenial, las reglas son simples: No tienes dinero, no puedes comprar nada, el tablero está quemándose y por alguna razón todo es tu culpa) El final del libro es esperanzador como confuso, sabiendo que luego del viaje siempre afuera habrá tormenta y lluvia. Para José María Salazar eso no es problema para vivir y lanzarse sin dobles caras. Un libro como un verano lleno de poemas que te hacen enamorarte de la poesía de nuevo (Y creer que hay mucho mucho todavía que disfrutar de ella adelante). Si lo sentimentalito significa finalmente algo más allá de una etiqueta y puede dirigirse firmemente a un estilo, este libro es hasta ahora, su mejor momento.

 

 

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