Sobre Foto de Perfil, de Michael Prado

                            ¿LA COLA DE UN ANIMAL QUE SE MARCHA?

Si las publicaciones de los autores nacidos de los años 80s en adelante van sufriendo un proceso de “desliteraturización”, tanto lectores como crítica (la última casi no existente) parecieran sufrir a la par una intensa desincronización con este fenómeno presente en las nuevas escrituras. Remontémonos a libros como los de Santiago Vera o Rosa Granda (miembros de una poesía del lenguaje cercana a lo conceptual) Pese a que estos libros puedan ser o no de nuestro agrado, su aparición fue en el peor de los casos un evento sumamente interesante, y no solo como rarezas que colgar en un bestiario, sino como escrituras desestabilizadores de lo que debería ser “el buen poema”. En ese sentido estas escrituras podrían considerarse como refrescantes.

El caso es que si estos libros fueron recibidos con un enorme cuestionamiento sobre su existencia (¿Esto es poesía?, ¿Esto es Literatura?, ¿Esto tiene sentido?) pese a mantener ciertos aspectos que los hacen reconocibles como “literatura” (el sentido del ritmo muy a sus maneras en El Libro de las Opiniones de Vera y Torschlusspanik de Rosa Granda, al igual que el uso de recursos estadísticamente poéticos como el símil, las metáforas y etcétera) Si entonces reparamos en el disgusto del público por estas escrituras, solo podemos esperar que una escritura totalmente desliteraturizada, una que prescinda de todos los recursos que aún son rastreables en Vera y Granda y se meta de lleno en una tradición de poesía conceptual que en el Perú es casi inexistente, es una escritura que tiene todo para pasar desapercibida.

Y ese es el caso del trabajo de Michael Prado, otro miembro del colectivo Animalisa. Su último libro Foto de Perfil, publicado a mediados de este año, es un libro que en el fondo no está hecho para ser leído. ¡Técnicamente ni siquiera ha sido escrito! Es un poemario conceptual con una portada celeste y de edición artesanal, con diez comentarios a fotos de perfil seleccionados y copipasteados por El Autor. Diez comentarios no compuestos por oraciones y opiniones lecturables y discutibles, sino por esas especies de onomatopeyas con las cuales nos comunicamos en redes sociales (el libro abre con un “ajjj” al medio de la página, el texto que se establece en la siguiente hoja es un “tsssssssssssssss” hacen su presencia luego los clásicos “jijiji” y el “awwwww”)

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A lo primero que dirige el libro es a pensar en esa foto de perfil inexistente pero a la cual se refiere el comentario. Los textos de Foto de Perfil son señuelos, rastros de un dedo que te invita a imaginar el rostro de la persona que no verás. Detrás de ese awwwww puede estar la foto de un cachorrito con un lazo saliendo bañado de una veterinaria o dos enamorados dándose un beso de labios para la cámara. Lo que cabría preguntar es ¿El proceso de Prado al aislar estos comentarios de sus fotos originales, es un ejercicio de distanciamiento y frialdad conceptual a la que nos tienen acostumbrados los poetas norteamericanos de la última década como Goldsmith? ¿O es más bien una reinvindicación de la escritura en las redes sociales, fuera de los libros, la que aún aislada de su origen nos puede remitir a una sensación o emoción cotidiana y familiar con la simple referencia a un sonido que escribimos para comunicarnos cuando nos encontramos en Facebook?

Es cierto que podemos abrir el libro y encontrar que los comentarios aislados de sus fotos no dicen nada. Mi primera impresión al oír de este concepto era la de otro libro más sobre la incomunicación en redes sociales. Pensé que el recorte de los comentarios era un proceso de cortar pedazos de un cuerpo y dejarlos a secar hasta que estos pierdan su significado y luego colgarlos de un largo hilo. Pero creo que el concepto de Prado, presentado como poesía, es también una consciente invitación a la polémica. Creo que a pesar que una escritura conceptual pueda parecer a primera vista mucho más seria que digamos un poema escrito en un estilo narrativo y coloquialista de los años 70s, esto no siempre es así. Y desde mi lectura veo a Foto de perfil como un libro que se ríe de sí mismo. No en un modo irónico, no diciéndote “podemos poner lo que sea sobre un libro y vas a creer que es literatura” sino riéndose diciendo “mira, resulta que inclusive en los comentarios de Facebook había esos sentimientos y cosas que aprecias de la literatura, ¿Eso no te lo esperabas verdad?”

El caso es por supuesto, que el humor y la polémica son mechas cortas. Y el concepto de Foto de Perfil al lado de por ejemplo Matrimonio Igualitario de Melissa Ghezzi, otro libro conceptual y “no-escrito” aparecido este año por aquí, es poco ambicioso. Lo cual no es un demérito necesariamente. Prado dirige su enfoque hacia un lugar y llega hacia allí. La curiosidad queda en preguntarnos cuanto se puede explorar este tipo de técnicas y cuanta será la ambición que los nuevos autores pondrán en estos conceptos. Por el momento al menos, Foto de Perfil no es una propuesta que se muerda la cola o apoye un posmodernismo vacuo ni una pretendida vanguardia. Escrituras como las de Prado no deben tomarse ni con la extrañeza de algo fuera de lugar ni con el desdén pontificador de calificar lo no-literario como un ente dadaísta y “pasado de moda”. Debe leerse como una propuesta igual de válida que las de cualquier libro publicado bajo el rótulo de poesía. Lo cual no significa que este tipo de escrituras sean “buenas” o “mejores” o siquiera interesantes por que sí. Pero a los reseñistas de poesía les toca (nos toca)- rá documentarnos sobre este tipo de escrituras antes que escribir desde la completa ignorancia. Queda esperar hasta donde llegarán los golpes desde el lado de los nuevos autores.