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Compartimos unos adelantos del poemario ganador de los Juegos Florales de la U. de Lima del año pasado, próximo a publicarse en la revista anual de esa universidad, Un Vicio Absurdo
AVE SIN NIDO.
Chaska
ahora que te digo el típico qué linda eres, mi amor
y tu piel no se torna roja
sino capulí
y me abrazas y como funciona, agrego:
chaska, yo te haré caso en todo
porque siempre quisiste un pisado
tú, estudiante del Clorinda Matto
seré tu señor turner, recito
y tapas tu rostro avergonzada
mi ave sin nido
sigo repitiendo el discurso
tú sigues sofocándote
y como aún funciona, añado:
preciosa, ahora que es navidad
yo no quiero estrella de belén
sino te quiero a ti
porque Chaska significa estrella
eso me contó una paisana
que agradeceré después con diez centavos
solo estás a una frase de caer y digo infalible
solo sé una cosa
que solo te quiero a ti
y como queso derretido de Izcuchaca te esparces sobre mi pecho
te pregunto para ir a un lugar mejor
aceptas. sonrío.
(Aunque hay otra cosa que también sé, Chaska
que no eres la única estrella en El Ombligo).
POSTAL TRES: SAN SEBASTIÁN.
En las pocas tarjetas que tiene este distrito
se puede ver un monumento al Cóndor
alto como los edificios que El Ombligo no tiene
usado como rampa por skaters andinos
que usan zapatillas de corrospún
con medias de algodón Meid In Chaina
pero sin duda
lo más mejor de aquí
es Sol de Oro:
terreno de mamitas lindas con pocas luces
semiescondidas detrás de puertas
acechando al andino tímido
tan indeciso como cuy en tómbola
que no sabe la caja a elegir
que elegir no sabe la puerta
y se mete, ya qué, con la que baila
mejor y más bonito, una cumbia sin huayno.
San Sebastián o Sol de Oro:
night vernacular club y centro de trueques nocturnos
eres un intento cuzqueño del Trocadero de Lima
donde por treinta lucas me compro una charapa
pero no un regreso a casa.
IMÁGENES SOLAMENTE.
Mi madre escribe un mensaje desde Lima
Yo aquí
extrañando el orificio de mi cuarto
escondido en una pared despintada
por líquidos
(donde aún guardo)
los semicigarrillos
la revista porno doblada en cuatro
la botella de perfume vacía
pastillas arco iris
y agua
dos litros.
Pero no.
Estoy en Cusco.
Lluvia torrencial desde las dos
con soledad
desde el siete.
Aquí esparcidos
rumas de libros
cerros de ropa que traje para no usar
boletos de buses destartalados
y alguien echado en cama
ignorando el mensaje de su madre.
LADRIDO.
Es extraño verte ahora, Piraña
con la lengua enredada entre tus últimos dientes[1]:
imitando el alimento inútil
que tenías en tu hocico virgen de gritos
porque ahora eso es tu ausencia: un ladrido diciendo nada
porque hoy jueves de fútbol: millones de hocicos como el tuyo
pero humanos
gritan ciegos
se vuelven ecos desafinados
siguiendo la misma pelota con la que nunca quisiste jugar, Piraña
animal todavía más inmóvil
decidiste poner punto final a tus días perro
y no llegaste ni siquiera a tu adolescencia[2].
¿por qué lanzarte al camión a unir tu sangre
con ese logo japonés lleno de smog?
¿esa fue tu forma de jugar con autos? [3]
Ladra hasta El Aullido, Piraña. Porque sé que ahora ves
las mejores mentes de la generación pasada
mordidas por la locura
los ves igual de famélicos que tú
supongo que en un blanco y negro
desde un paraíso inventado donde ya no estás.
Y camino
con tu cuerpo muerto, ya sin cuidado de que te ahorques[4]
con la correa de huesitos rojos corroída por tu cuello. Y pienso
en tu entierro de canis lupus sin familiaris y decido
por dejarte en el malecón y que tu olfato
te haga rodar por ese barranco de semisuicidas
sin el valor animal para caer
hasta llegar al golpe seco del montículo miraflorino.
Y entierro
a mi penúltimo motivo para quedarme a despreciar a la vida[5]
a mi razón canina que me sigue animando
a ser su mejor amigo allá en la muerte
pero no puedo, Piraña
tengo tan poco coraje como el perro cobarde
y demasiado roche para morir o enfrentar a la muerte sin retroceder
por eso recibe esta mísera croqueta
y una persignación con mi pata humana.
Recuerda que soy misio, Piraña, y fuiste mi única pertenencia
aparte de las lágrimas de ahora
y de tus cigarrillos mordisqueados de siempre.
Acuérdate también que soy hipócrita
da lo mismo persignarse en cruz o en equis o en uve
nosotros no creemos tiempo presente
en Dios
ni al Cerbero acéfalo del pasaje Hades.
Y ahora que dejo tu cuerpo cachorrón
sobre el borde de este acantilado
ya nada queda hacer por ti
ni tampoco por este mundo vivo
porque tú y yo sabemos que nada vivo tiene remedio
y ésa quizá sea nuestra suerte
y éstas quizá sean mis últimas palabras que te leo, mi perro suicida:
«Desde que saliste de mala gana del cuerpo de tu madre, supe que estabas destinado a hacer/ser una cicatriz en la tierra. Enterrado por el polvo sin estropear tu raza con la de otro chusco más chusco. Y es que, Pirañita, aparte de que nunca fuiste consciente de tu ridículo nombre ni lo mucho que importaste para mí, te fuiste de este lugar sin entender que posees el tipo de sangre que solo tienen los perros kamikazes».
[1] Recuerdo que te quitaste los colmillos masticando tu piedra.
[2] ¿Es que acaso no querías compartirla conmigo?
[3] Qué egoísta, Pirañita, para no meterme en esos juegos.
[4] O en tus otros intentos de molestar a la muerte.
[5] Que a fin de cuentas, es el vivir mismo.