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Y sí, empezamos con las listas de fin de año ahora que ya estamos a un paso de Diciembre. Este año, como en la mayoría de las veces, ha habido de todo. Muchísimas publicaciones, blogs de poesía, recitales con cantidades estimables de jóvenes esperando que los escuches. Eso sí, la escena peruana aún está muy pero muy lejos de consolidar un circuito como el de Argentina o México. Hay el entusiasmo necesario probablemente, pero todavía son más que todo ganas.
De esos movimientos de blogs, recitales y plaquetas rescatamos a 8 poetas que debes leer 🙂 Creemos que estas escrituras irán consolidándose el próximo año, la mayoría de ellos ha publicado solo poemas en revistas y en Internet. Échales un ojo.
Antonella Chichizola
Nacida en 1997, Chichizola publicó este año su primera plaqueta Antonymus, un adelanto de lo que será su primer libro. En esta plaqueta los poemas de Chichizola hablan de amor adolescente, pero también del vacío y la soledad en masa. Es como si Lana del Rey conociera a Radiohead. Anteriormente ha sido premiada en los juegos florales de los estudios generales PUCP. Si bien su poesía puede tener ciertos aspectos que la asemejen a la onda de los poetas del lenguaje, al mismo tiempo tiene un estilo jovial y ágil, menos metrado de los que caminan por esa línea.
De campo con naipes
Quiero un sueño para acostar
mi cabeza en tu vientre mientras duermes
y Regresar.
A esa comodidad.
A esas comodidades de mi soledad
en las playas limeñas del sur por las noches
de neblina.
En esas playas sin nombre donde las nubes se tragan gaviotas
Y huellas
Y las cuatri
motos rasgan
el polvo
a lo lejos.
a ese romance de pubertad,
de lo veranos en que aún
flotaba hinchada sobre la piscina
tu colchoneta rosa
y dejábamos que el sol se llevara
el frío virginal de nuestras pieles.
Despertar en un sueño en el campo
soleado con naipes en la mano
Con la noche haciéndose humo a nuestros pies
Con tu llanto silencioso
en algún rincón del cuarto
Y no saber abrazarte
Y saber que aún no sé
Y seguir despertando
en sueños y sueños
de campo con naipes.
José Troncoso
José Troncoso ganó la edición más reciente de los Juegos Florales de la Universidad de Lima con un poemario sumamente interesante y aún inédito. Lima, etcétera revisita la tradición coloquialista peruana de los 70s desde el glitch, la polifonía y una intertextualidad de DJ. En sus poemas encontramos referencias tanto a Arguedas como a Kendrick Lamar, y de hecho tal vez su lectura sea un breve cover al genial To Pimp a Butterfly. Esperamos la pronta publicación de un primer poemario prometedor como el que ha escrito Troncoso.
PERRO KAMIKAZE (O DESPEDIDA NO TAN BREVE A MI PERRO PIRAÑITA).
El valor no consiste en despreciar la vida,
sino en enfrentar a la muerte sin retroceder.
— La Rochefoucauld
Es extraño verte ahora, Piraña
con la lengua enredada entre tus últimos dientes[1]:
imitando el alimento inútil
que tenías en tu hocico virgen de gritos
porque ahora eso es tu ausencia: un ladrido diciendo nada
porque hoy jueves de fútbol: millones de hocicos como el tuyo
pero humanos
gritan ciegos
se vuelven ecos desafinados
por seguidores de la misma pelota con la que nunca quisiste jugar, Piraña
animal todavía más inmóvil
decidiste poner punto final a tus días perro
y no llegaste ni siquiera a tu adolescencia[2].
¿por qué lanzarte al camión a unir tu sangre
con ese logo japonés lleno de smog?
¿esa fue tu forma de jugar con autos? [3]
Ladra hasta El Aullido, Piraña. Porque sé que ahora ves
las mejores mentes de la generación pasada
mordidas por la locura
los ves igual de famélicos que tú
supongo que en un blanco y negro
desde un paraíso inventado donde ya no estás.
Y camino
con tu cuerpo muerto, ya sin cuidado de que te ahorques[4]
con la correa de huesitos rojos corroída por tu cuello. Y pienso
en tu entierro de canis lupus sin familiaris y decido
por dejarte en el malecón y que tu olfato
te haga rodar por ese barranco:
lugar de semisuicidas con el corazón roto
pero sin el valor animal para caer
hasta llegar al golpe seco del montículo miraflorino.
Y entierro
a mi penúltimo motivo para quedarme a despreciar a la vida[5]
a mi razón canina que me sigue animando
a ser su mejor amigo allá en la muerte
pero no puedo, Piraña
tengo tan poco coraje como el perro cobarde
y demasiado roche para morir o enfrentar a la muerte sin retroceder
por eso recibe esta mísera croqueta
y una persignación con mi pata humana.
Recuerda que soy misio, Piraña, y fuiste mi única pertenencia
aparte de las lágrimas de ahora
y de tus cigarrillos mordisqueados de siempre.
acuérdate también que soy hipócrita
da lo mismo persignarse en cruz o en equis o en uve
nosotros no creemos tiempo presente
en Dios
ni al Cerbero acéfalo del pasaje Hades.
Y ahora dejo tu cuerpo cachorrón
sobre el borde de este acantilado
y ya nada queda hacer por ti
ni tampoco por este mundo vivo
porque tú y yo sabemos que nada vivo tiene remedio
y ésa quizá sea nuestra suerte
y éstas quizá sean mis últimas palabras que te leo, mi perro suicida:
«Desde que saliste de mala gana del cuerpo de tu madre, supe que estabas destinado a hacer/ser una cicatriz en la tierra. Enterrado por el polvo sin estropear tu raza con la de otro chusco más chusco. Y es que, Pirañita, aparte de que nunca fuiste consciente de tu ridículo nombre ni lo mucho que importaste para mí, te fuiste de este lugar sin entender que posees el tipo de sangre que solo tienen los perros kamikazes».
Pata de página
[1] Recuerdo que te quitaste los colmillos masticando tu piedra.
[2] ¿Es que acaso no querías compartirla conmigo?
[3] Qué egoísta, Pirañita, para no meterme en esos juegos.
[4] O en tus otros intentos de molestar a la muerte.
[5] Que a fin de cuentas, es el vivir mismo.
Natalia Cueva
Hablamos de ella en uno de nuestros últimos posts. A pesar de no haber publicado un libro y menos aún alguna plaqueta, este año participó en un recital en la casa de la Literatura y aparece en la antología de Poetas en la Arena que publicó PBC Editores en Ica. Tal vez la escritora de perfil más bajo de esta lista, pero con poemas lo suficientemente bien hechos para augurar un primer libro promisorio. Con un poco de coloquialismo y otro poco de la poesía pop actual, Cueva escribe poemas como el siguiente:
SYNECDOQUE, HOSPITAL EDGARDO REBAGLIATI MARTINS
[todas las vidas, mi vida]
“Pero ¿qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma?”
II. la historia que escribo sobre mi promete ser falsa
como la historia de mis padres
como el padre de Electra yendo a comprar cigarrillos
pegándole una bofetada por ser una niña mala
llamando por teléfono para hablar de la pensión de alimentos que una madre consagró.
quejándose,
electrocutándose
con todos los cables de luz del cuarto donde vive encerrado y solo hace 20 años
titiritando de frío
mirándose el miembro
cuestionándole
fuiste tú capaz de crear vida pedazos de vida elevadas al cielo proyectadas al universo? fuiste tú capaz de crear
pedazo de carne inútil que nunca abrazó
a su niña pero si a la electricidad contenida en sus manos
Tibias
Que siempre hicieron falta
y el hecho de creer que no, fue por el menosprecio tan grande que se causó
Todos necesitan manos que peinen cabellos largos trenzados a sus raíces
de niña
que la lleven al jardín de lo no creado
al paraíso terrenal que una niña sentada frente a clases espera ver y conocer
porque siente que nunca perteneció a un salón de clases
A un salón de oficina
pero si a los bosques y lomas húmedas llenas de amapolas y ríos verdes
acantilados hermosos cayendo rosas
Si tan solo papá,
electrocutado,
le hubiera llevado la historia del prisma oculto al ver el sunset
si le hubiera enseñado el nombre científico del roble en lugar de enseñarle a
abandonar
a buscarlo por todas partes
A buscarlo en internet
Las redes donde vive atrapada
como una araña del milenio
Redes que cree son fantasía y a las que pone mala cara pero no lo son
Redes que no son más que rejas que dividen el mundo natural y los pastos mojados de la dimensión cibernética en binario
Pero es real.
Aquella red donde papá quedó electrocutado
donde papá trepó en vano cuando buscó: cien formas de violar a mi hija
cien experiencias sobre padres que violaron a sus hijas
How to fuck my daughter
I want to fuck my daughter
Esas cosas, ya sabes
Que hacen en el manicomio cuando no se puede esnifar más que oxido de reja
Él
Algún día la próstata lo visitará
correrán en los nervios espinales sangre de diálisis
en el catre de un nosocomio con tres cáteters en los brazos débiles
y seguirá preguntándose
Fue desde ti pedazo de carne inútil donde a un pedazo engendré un adicto con el corazón más limpio de todos?
Fue desde ti donde engendré el universo contenido en cabellos morenos
trenzados hacia las raíces de la tierra
Largo, vestido de señorita
Con tacones y un cartón recibido, la universidad recibida
Ella se acordará en la tesis y en el discurso de promoción
de ti.
Él niño se acordará
cuando dejé el alcohol, forme una familia una mujer y un hijo
de ti.
Tú seguirás tendido mirando el reloj
Mirando el suero
gotear
Preguntándote a que olerán sus trenzas
sus brazos de niño pequeño
sus ojos concentrados jugando con dos gatos.
Heredó de ti el arrepentimiento
la amnesia hacia quienes nos desgraciaron los destinos
y las deudas de nunca
nunca
volver atrás.
Alejandra Machuca
Alejandra Machuca es una poeta piurana nacida en 1993. Este año fue antologada en la bizarra y casi vaporwave antología a cargo de Jorge Vargas Prado y Noah Cicero, me refiero a Poetas Supercontemporáneos: Una antología de poesía Perú- USA, publicada por Estruendomudo. Su poesía es en realidad, no tan alocada como la de los autores antologados en ese libro. Machuca puede usar baterías y solos de guitarra larguísimos pero digamos que siempre tiene una guitarra acústica para acompañar todos sus poemas. He aquí una muestra.
VI
cuando la casa está en silencio nos estamos quietos para no romper las tejas
el rumor de una muerte vieja nos abraza y dice callen
y callamos
si reímos reímos en silencio
y si queremos un abrazo
miramos la ventana
cuando la casa está en silencio no tronamos ningún hueso
no mordemos ningún bollo
ni tragamos ningún agua
nos estamos en silencio
para no despertar a la casa
Gerardo Chávez
Este año Gerardo Chávez apareció con un poema brutal. Parusia retardada o la recepción hacia sheol, es un poema que sin duda jala la vista, un primer hit para uno de los integrantes del no-colectivo High & Dry del cual también forma parte el ya conocido por estos lares Braulio Paz. A pesar que hayamos leído tan poco de este autor, este fortísimo poema nos da bastante que esperar para lo que el arequipeño Chávez publique en 2018.
Parusia retardada o la recepción hacia sheol
1.
La vista ha fugado los ojos amarillos de dos noches
el tacto, no indiferente
mas solo grosero se invita desde todas partes
y se llama así mismo oído,
Sentados, incontenidos, esperaron el primer auto cortando al viento
el primero gorrión y sus huevos
a la primera escoba sacudiendo el polvo indigno
gorrión, gorrión, paloma, gorrión, escoba
se integran en esos fallos
que ahora son, casi, el día.
2.
Se diría que es de día
cuando un árbol engulle entre lengua y ocaso a la luna
y eso atrae al llamado de dos
, oh dios, tres polillas
que reclaman a un sol al cual embestir
dos, tres veces y así ,hasta hacerme olvidar recordar
las avenidas ríos calles caudales
colas en la caja rápida
doblando un clip en recepción sentado sobre las revistas
delante de oleajes de ritmos de bocinas, rimas y eso
hasta hacerlas alfileres a modo de mapa sobre los días
en los que esperaba respuestas hasta tan tarde.
3.
Ampollas y carne se contienen impotentes del ir indiferente de las agua hacia el estanque.
ires devolviendo el agua del tejido blando al mar.
ires en cajas rápidas con una música que no se escucha sino a ratos
Así, una y otra vez, el tejido blando buscando hacerse duro
por una brisa que le escarpo el traserito
4.
Tantísimas ampollas de carne se han sentado frete a un rio
y entre las cejas y los pómulos , como hacia una ventana,
se han volcado hacia caudales en marcha hacia la parusía inminente
para sentir ellos una causa justa y no aburrirse
check, se ha inhalado el aire
check, se han sentido los grillos en un extrañeza infértil
check se ha esperado todo
en frente el río que marca el ritmo con el que tropieza las frases a ojos cerrados
y espere que la vida y el silencio envuelva y desenvuelva la analogía
sin prisa, la fuerza del salto anáfora a hombre de hombre a insecto
David Orlando del Águila Quevedo
Si bien Orlando David Del Águila Quevedo tiene un poemario en su haber titulado Habitado, presentado allá en el lejano 2010, es prácticamente un desconocido en la siempre despistada escena poética actual. Nacido en el departamento de San Martín, fue parte de los seleccionados por Jorge Vargas Prado en la ya mencionada antología que sacó con Estruendomudo este año. Uno de los poemas publicados en esa selección es el que presentamos a continuación.
Patria roja
Me dice mamá con voz baja, con voz de profundidad marina, que no tema, que flotando en
el plasma cálido de su útero estoy a salvo de mi país. Yo todavía no sé si soy humano o elefante, tengo las proporciones suficientes para ser de otro planeta, ni siquiera soy persona, ni respiro por la nariz, ni mastico con los dientes. Me ha contado esto la poesía, ya años después, con un poquito de miedo, con un poquito de vergüenza y horror. Entonces era un satélite espacial entre las tripas de mi madre; cuando afuera, allá en el ruido, la comparsa verdaderamente humana, la carne pensante, se escuchaba crepitar. Mamá vio un cadáver sin cabeza en la plazuela San Gerónimo, mamá vio al santo sosteniendo el rostro de otro. Pegué una patada en su vientre, en mi orbe, ella me lo dijo. Salieron burbujas de mi boca, mi primer grito, eso me lo hizo saber la poesía. Yo envuelto en papel espuma, como un jarrón chino, hermoso por donde lo mires, pero extraño, sin ocupación en el universo más que ser y estar. Afuera la guerra, sí, esa guerra maldita de la
que todos, todos, todos hablan en esos libros que se estiran como serpientes en la memoria colectiva.
Jaime Machaka
Casi no sabemos nada de este poeta. Lo sentimos. Pero suponemos que lo más importante es poner aquí delante uno de sus poemas. Nació en Cuzco o en Puno. Desconocemos su edad y por supuesto, su paradero.
A n i m u j a w u t m a
Mamita, estoy mal, dijo el wawa llakini. La abuela le miró preocupada, preguntándole qué te sientes, hijito; dice me duele acá, dice, e indicó su k’iwcha. Es’es animu pe, pensó la awicha, poniendo la ch’ari imilla pelada en el tarro. Tápate bien hijito. No debes resfriarte. La abuela dejó el wawa con su hija mayor, qhaturu sarxañani, y se fue a la pista a esperar que pasara un carro. Ya, le contestó su hija. Subió atrás; manejaba un joven con un sombrero de béisbol y una chompa con escrito Illinois y los guantes cortados al medio de los dedos. Adelante una tía con una pollera verde, pero un verde viejo que chocaba con el amarrillento sonido de la cebada recién cortada. Winus tías le dijo al subir a la Juana, mientras ésta acomodaba su q’ipi. Pararon nuevamente, antes del grifo, y salió un varón que no dijo ni saludó. Pucha, pensó la Juana, anuchacha debe ser. ¿De dónde vendrá este
caballero?, y volvió a sus preocupaciones. Bajó antes de la Plaza Santa Bárbara, en una callecita lateral, pagó un sol cincuenta y se fue andando rápidamente. El domingo sabe haber feria en Ilave, y pensó que quería pan de Pilcuyo. Pero eso después, digo, si tengo plata, digo, ahora mejor voy por la caquita del éste, digo. Sabía haber siempre una señora mestiza que vendía, pero bien caro era. Se fue allá, buenos tías señora, ¿cómo está, cómo está?, y la señora mestiza que vendía bien caro le decía mamita, ¿cómo está usted?, mucho frío está haciendo, y la Juana le decía ah ja, y en el campo más todavía pe. Buena gente era la señora, pensaba la Juana, mientras se tocaba con la mano derecha debajo de su chompa que allá había la plata; era como instintivo, una forma de protección. ¿Qué le vendo mamita?, le digo la señora mestiza que vendía bien caro, mientras se quitaba el
sombrero de tela y se ponía las manos en los bolsillos de los pantalones buscando quién sabe qué cosa. ¿Será verdad lo que dicen? Un alma nomá’ tendrán los misti, se pensó, y le
contestó por favor, señora, véndeme la caquita del éste, ¿cómo se llama?, del antawalla pe. La señora mestiza que vende bien caro le digo ¿qué ha pasado, mamá? ¿a qué te sirve pe?, y la Juana le dijo que su animu se le ha escapado, dice, al Alex, al nieto de mío, dijo la Juana. ¡Ahi pobre wawita! Ya, ya mamita, ahorita le doy, y se puso a rebuscar cosas. Macho y hembra pe, dame por favor, le dijo la Juana; ¿jay?, levanta la cabeza mirándola la señora mestiza que vende bien caro, macho y hembra pe, le dice subiendo la voz. Ya, ya, ya mamita, un ratito por favor, ¿ya? La Juana se quedó pensando en su Alexito, que debería estar mal todavía; y sus pensamientos fueron interrumpido por una señora de
Alintuyo que conocía y le digo ¿kamisaraki?, se saludaron velozmente, y cada uno por su lado. Regresó adónde su nieto y mientras estaba llegando que casi lo tenía cerquita, la señora mestiza que vende bien caro le digo acá está. 60 soles nomá’, dice y se lo entrega. Bien caro sabe ser, pensó poniendo la mano derecha en un bolsillo debajo de su chompa que allá guardaba, y contó cuidadosamente diez soles, vinti, trinta, cuarinta, cincuinta, sesenta, sesenta soles, le dice y le da a la señora mestiza que vende bien caro, pero es buena gente, pensaba. Ya, ya mamita, ya, hasta luego, le dice y se despiden, y la Juana se lo guarda la caquita del éste, del antawalla, dicen, camina hacia la esquina donde sabe haber pan de Pilcuyo, bien grande, y lo tiene una señora de la esquina, de Pilcuyo es ella. T’ant’a muntua, le dice, aka, indicando el pan grande, y le da tres soles nomás, y la señora le dice ya y se lo dobla, y se lo mete en la bolsita amarilla, así bien dobladito y va bajando hacia donde los taxi para volver. Juana camina con la cabeza agachada, su q’ipi donde está guardado el pan de Pilcuyo y la caquita del éste, del antawalla, dicen, macho y hembra debe ser, dicen. Juana camina con sus ojotas y llega, toma un taxi, y espera que suba otra gente. Sube la otra gente y parte el taxi. Parte y llega, y ella baja, paga sol cincuenta y anda por el sendero que baja a su uta donde está su hija, Yénifer, le grita, apoyando el q’ipi pesado, jawutma, ya, y ella va, y le pregunta, ¿lo has comprado?, le dice, sí, he comprao, le dice. ¿Dónde está el Alex?, le pregunta mirando afuera de la cocina con el techo de calamina porque es Techo Limpio, dicen. Adónde el tío ha ido pe. La Juana
guarda su caquita del éste, del antawalla que le dicen, y pone agua para que hierva. Luego, pela unas ch’ari imilla para la sopa, y espera nomá’. Después, viene el Alex y la Juana, su awicha, le dice hijito bosta quiero, anda y tráela ya, y él anda, y trae la bosta, y entra la Yénifer. La Juana le echa poquito de su caquita del éste, del antawalla que le dicen, en el matecito, pero el Alex no sabe, no debe saber, ukhamaya, le dice. Entra el Alex, hijito, tómate el matecito caliente, y el Alex toma, y la Juana y la Yénifer felices que tomara.
Luego viene el tío Bonifacio y el Mario que ellos chambean el Ilave, cenan, un mate y el pan de Pilcuyo, y se van a dormir que ya es noche, y de noche arumanakaxa janiwa sarañati, pensaba, pero su hijo menor siempre va de noche, quién sabe que hace, con el carro ese que se había comprado, con qué plata, pensaba la Juana. Salió de la casa con el chullu del Alex, se alejó, cerca del pozo Parahuancane que le dicen, y comienza gritando Jawutma jawutma Alixitu kawkinktasa, jawutma jawutma jawutma, sabía gritar para que volviese. Varias veces lo llamó. El Alex dormía ya, y la Yénifer estaba con él, en la cama, para cuidarlo al wawa, ella lo quiere como hijo suyo lo quiere. Ella se quedó despierta, pero luego ya, la venció el sueño y se dormió nomá. Dice que cuando estaba dormiendo, llega el Francisco, el hermano de su mamá, su tío, dice que viene y entra al cuarto, ella lo mira y él le da su chullu, y le dice hijita ya ha vuelto el Alexito y ella le dice ya tío, gracias, gracias tío y él se va nomá’. Ya ha vuelto, pensó Yénifer, dando la espalda a la ventanilla, mientras un gato con una cola de fuego partía hacia la luna, o de repente, más allá.
Alberto Ninanski
Otro poeta del cual prácticamente no sabemos nada. Puneño y nacido en 1989, participó en ediciones pasadas del festival Tea Party. Miembro del colectivo tacneño Letrasértica, tiene una poesía visceral, rimbaudiana pero pop; tal vez un Ojeda o un Chirinos Cúneo del Siglo XXI. Apenas pudimos conseguir esa foto donde su rostro luce cubierto. El poema a continuación es un lúdico y certero golpe de entrada, siendo uno de sus primeros poemas publicados.
Aquí, entre nos, yo vi a Forrest Gump “rescatando al teniente Dan”
Bubba, Bubba, dónde estás Bubba?
Por qué Bubba, Bubba, Buuubbaaa!
Ta ta ta ta ta ta ta ta ta…!
(Advertencia: Forrest Gump es un artificio, un cyborg con piernas ortopédicas de titanium,
casi un single… aleje al presidente de los EE.UU. de su TV, puede ser benigno para su salud)
Hay un corazoncito tatuado en Forrest
justo en la tibia derecha
con las iniciales de… (no viene al caso…)
de hecho nadie lo ha visto
como también es imperdonable no ver la escena en que la aviación yanqui bombardea
furiosamente con delicadezas insuperables el campo de batalla desde lo alto del espacio sideral
con esporas celestes y flores violetas desarraigadas del jardín mismo de la Casa Blanca, flores
aún frescas y con rocíos dulcísimos. Una visión particular sobre la guerra que alcancé gracias a mi
elevado entendimiento sobre los mecanismos intrincados de subtitulación castellana de las
películas de Hollywood.
Así:
napalm no es napalm sino rosas púrpuras
Y olvidaron, además, la parte en que el protagonista de Titanic, transmutado para esta
película en el piloto autómata: John Joda, se sobrecogía por el paisaje espléndido que divisaba allá abajo, tan diáfano como se lo permitiera el parabrisas made in USA…
No me quito de la cabeza la imagen del piloto Joda y a mi mujer complacida en su figura
tocándose los pezones. Lo recuerdo pálido y murmurando el hit del momento: Supersonic rocket
ship de The Kinks, sonriendo y sombreado por un mechón rubio que brillaba como el demonio
mismo en la chingada… así lo recuerdo, apretando el gatillo incrustado en la palanca oscura.
Abajo corría Forrest flanqueado por gacelas mayestáticas, ciervos y caballos blancos que
oían el ta ta ta ta ta progresivo de su prótesis cuando afilaba la cognición recordando siempre a
Jenny… yo coreaba junto a ella: “¡Corre Forrest, correeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!…”
Entonces veía la amistad de los vietnamitas que departían la buena nueva del evangelio
del tío Ho, con los soldados gringos armados de coca cola y cuchillos que asemejaban galletas y
chocolates estupendos en tanto caían las rosas y esporas como lluvia enviada por Anu, dios de los
cielos tras de sus miedos…
Oh Forrest, en medio de la jungla bombardeada repitiendo el mismo nombre de su muy
mejor amigo: Bubba, Bubba, Bubba, oh Bubba…!
y el muy tonto aprendió que las flores lastimaban un culo y deseó muy fuerte en sus
entrañas estar en casa junto a mami y Jenny, oh Jenny… y por alguna razón encontró a Bubba
moribundo hablándole de un barco marihuanero y del negocio heredado por la familia: la morfina y
la cocaína, por supuesto, ilegales de cabo a rabo… adiós Bubba, chau Bubba, fin de Bubba,
extinción de Bubba…
El resto es historia conocida, Ud. ya sabe, lo del teniente Dan Taylor y de cómo se volvió
dueño de productos Huggies Pampers y ahora está bien muerto al lado de su perra con un epitafio
que versa:
“Mierda suerte la mía”.
High and Dry / Unodostres
Finalmente el no-colectivo llamado Highanddry que tiene un fanzine cuyo fanpage se llama UnoDosTres y que de alguna manera está relacionado con el “colectivo” (?) Solipsismos. Bueno, fuera de si sean o no una agrupación o lo que sea, las publicaciones de los poetas que administran estos proyectos son bastante buenas. De hecho la aparición y las presentaciones de las revistas Unodostres han sabido animar el circuito literario en PUCP, de donde estos poetas son. La mayoría son arequipeños, hemos hablado sobre uno de ellos párrafos atrás, Gerardo Chávez. Tal vez sean más que cualquiera de las posibilidades esbozadas en esta líneas, simplemente un grupo de amigos que se reúnen y escriben (bien). Braulio Paz, Paolo Tizón, Josef Abouamer y Alfredo Aguilar son algunos de sus integrantes. Puedes leer más de ellos aquí