Mr Jones (o sobre reseñar poesía peruana hoy)

Cause something is happening here
But you don´t know what it is
Do you, Mr. Jones?

Bob Dylan “Ballad of a thin man”

De Cómo nos empezaron a importar demasiado los tops de MTV

Hace un año y medio me entrevistaba con un amigo de PUCP, miembro de un colectivo de poesía joven. En esos meses me encontraba organizando la primera presentación de esta revista en esa universidad y mi amigo amablemente me daba un espacio en su web para difundir el evento entre los alumnos. Hubo un momento en que llegamos a una pregunta más o menos tópica entre todas las generaciones de poetas jóvenes, la pregunta sobre un crítico/ reseñista bastante visible y que se ocupa de la mayoría de cosas que se publican en la actualidad.

¿Y qué piensas de Yrigoyen? le dije.

– Es pésimo, lo odiamos. Si hay algo en común entre todos los colectivos de poesía joven es que a nadie le gusta Yrigoyen, todos lo odiamos.

Aproximadamente medio año después, tenía la suerte de publicar mi primer libro en una editorial de Entre Ríos, una provincia Argentina. Varios blogs me invitaron a publicar poemas  luego de eso, casi todos extranjeros. La publicación en la editorial había logrado cierta acogida entre la movida de “poesía en internet” o poesía alternativa del ya desaparecido colectivo-grupo de facebook Los Perros Románticos. Poco se conocía del libro en el Perú. Vendí y regalé los pocos ejemplares que tenía a algunos amigos y pensé que la cosa quedaría más o menos allí.

Uno de los tres libros que dejé en una Librería llegó a las manos de Yrigoyen. Mi primer libro transitaba una vía más o menos segura, una relectura a las últimas décadas. Él reseñó mi libro positivamente. Decenas de personas me agregaron inmediatamente. En la mayoría de los eventos a los que asistí a partir de esa reseña (los eventos de los colectivos de poesía, esos colectivos que según mi amigo, odiaban a Yrigoyen) la manera en que la gente me reconocía o presentaba era “el poeta que Yrigoyen reseñó (positivamente)” Inclusive en una librería al comprar libros fui reconocido  de esa manera para mi sorpresa.

Bueno, ¿cuál es el sentido de escribir sobre esto? Lo que quiero explicar es que en este momento Yrigoyen es una especie de faro para toda la movida poética joven. Sus reseñas, ascienden o desaparecen libros. Todos lo leemos y al parecer, todos le guardamos respeto. Hasta aquí no hay ningún problema. El punto vendría a ser que el radar de Yrigoyen solo procesa libros correctos, pensados para ser eficientes y, como el mismo afirma al referirse positivamente de los libros que le gustan, Regulares.

No podríamos acabar de nombrar en un cuaderno de cientas de páginas la cantidad de obras de arte fallidas e irregulares que son importantes en la Historia. Desde Apollinaire a Proust. Finalmente el motivo de este texto no es decirle a Yrigoyen y a la crítica que utiliza los mismos métodos que cambie. Una reseña es una opinión y se basa en la subjetividad del autor. Sería tonto pedirle que cambie o invalidarla (Sería como ser Filonilo Catalina cuando no le gustan los recuentos del año de esta revista) . Esto es lo último que quiero hacer con esto. Lo que quiero decir  es que deberíamos cambiar nuestras maneras de valorar la poesía /joven/ ( calificada por Yrigoyen como un desierto) y en general todo lo que sucede en ese ámbito. Tumbar algunos cánones de reseñista que en verdad, dejan muchos libros fuera de su radar, perdidos en un injusto ignoro o agravio.

 

De Cómo se inventa un desierto

En el rock existe un crítico de larga trayectoria llamado Robert Christgau. Además de ser incisivo, gusta de ser sarcástico en sus reseñas negativas (su reseña al segundo disco de Strokes fue simplemente una línea, El narcisismo se reproduce a sí mismo) Ha declarado en varias ocasiones que no le gustan los discos experimentales, la electrónica y movimientos afines. En cambio tiene una predilección por los discos que guardan la estructura clásica del rock y sus tradicionales raíces negras.

Robert Christgau casi nunca me ha fallado. Todas las veces que he buscado algo nuevo que escuchar, aquellos discos que el marca con una A+, la máxima calificación en su escala, he sentido que esa A+ no ha estado allí por gusto. Es alguien que sin duda se toma muy en serio su trabajo.

Para Robert Christgau This Year Model de Elvis Costello es un A+. El primer disco de  Ramones es un A+. Aquellos discos de la estructura estrofa-coro-riff-coro-estrofa son coronados.

En la otra esquina, toda la discografía de Oasis es para Christgau pésima. Claro, Oasis es un grupo irregular de todos modos. ¿Qué hay del clásico In the Court of Crimson King de King Crimson? un D+. ¿El OK Computer de Radiohead? B-. ¿In Rainbows del mismo grupo? Dos estrellas de Cinco.

Se que para algunas personas estos últimos párrafos sonarán a chino. Así que lo traduciré rápidamente. Oasis es una banda bastante conocida y comercial que fue para un par de generaciones en Gran Bretaña algo así como una voz. In the Court of Crimson King es un disco importantísimo en el devenir de las bandas de rock progresivo de 1969 en adelante, revisitado innumerables veces por bandas geniales de los 70s, 80s, 90s. Inclusive raperos son influidos hoy por esa banda y específicamente por ese disco. Ok Computer es un disco con un concepto similar al de Poeta en Nueva York de García Lorca, aunque mucho más oscuro y sin salidas o esperanzas. Un fresco sobre el hombre derrotado por la máquina. In Rainbows fue el aclamado disco de Radiohead en su regreso en 2007, explorando varios estilos, una especie de Album Blanco.

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Sobre Dime Novel un artefacto-poemario-novela publicado recientemente por  Maurizio Medo, Yrigoyen opina que:

“Sin ser del todo logrado, injustificadamente extenso como suelen ser sus poemarios, Dime novel denota una planificación y una claridad de objetivos que no hemos encontrado en otras entregas de Medo, además de ser el libro donde menos “caídas de arquitecto” –como decía Vallejo– le hallamos.”

¿La extensión de un libro de poesía esta dictada en algún manual? Suponemos que pide una regularidad en todo el trayecto/páginas del poemario. Que todas las páginas tengan igual de brillantez en un libro de 100 páginas.

Sobre El Libro de las Opiniones de Santiago Vera, luego de señalar versos que él considera fallidos,  Yrigoyen reseña que:

“La reiteración de estas argucias y otras igual de trajinadas le resta cualquier intensidad a Libro de las opiniones, lo convierte en un gélido catálogo de efectos y artificios que hace morosa y pesada su lectura, lo cual se agrava cuando el libro es tan amplio –unos sesenta poemas- y hay tan poco que decir.”

Y acaba rematando:

“Esas intermitencias dejan entrever una propuesta que ojalá lo aleje del callejón sin salida que es Libro de las opiniones, cuyos poemas –disculpen la boutade– parecen hechos especialmente para contentar al comité editorial de Hueso Húmero.”

El libro de Vera es un conjunto de textos que deambulan entre el lenguaje filosófico ( de tratado filosófico), la auto sátira y claro, por la poesía del lenguaje; alcanzando varios puntos logrados para considerarlo un libro destacado entre los escritos por poetas jóvenes aparecidos recientemente. La acotación sobre el número de páginas reaparece.

En contraposición, El Libro de las Gestas y Otros Plagios de Carlos Santa María, un libro que cumple con habilidad el modo de un Poemario que se basa en una tradición, y es Regular es reseñado positivamente. El único libro experimental, que adapta referentes y métodos inéditos en la poesía peruana y que fue reseñado positivamente fue Al Norte de los Ríos del Futuro de Jerónimo Pimentel, aunque  deja escapar esta anotación:

“Al norte de los ríos de futuro no es un libro redondo ni intachable. No todos sus poemas me resultan totalmente logrados ni igualmente vibrantes: en algunos de ellos, como los de corte ensayístico, hay un afán exploratorio que deja en segundo plano esa necesidad.”

Ninguno de los libros que han sido declarados malos, muy malos, desaprobados en las calificaciones son hitos en la poesía peruana. No son obras cumbres. Son en cambio libros destacables, dignos de atención para poder ver nuevos frentes de exploración. Como el mismo autor de estas reseñas escribe en su Libro La Hegemonía de lo Conversacional, la gran vencida de la poesía peruana es no haber podido experimentar discursos que se escapen a la tradición conversacionalista (Parra & Gingsberg´s Sons) es esperable que no se visibilicen esos nuevos frentes si a esa alternativa se le pone de antemano ciertas medidas en las que tienen que calzar.

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¿Por qué este tipo de crítica se ha vuelto tan popular entre nosotros, lectores de poesía peruana en 2015? El primer factor es  que hay demasiada crítica que no vale la pena. Es bueno que exista una crítica, que existan ciertos valores estéticos para acercarse a lo que se va produciendo. Si la literatura no ha caído en el magma de la relatividad en el que han caído por ejemplo el arte conceptual, la pintura y la música académica de finales del Siglo XX es porque no se ha llegado a creer que todo vale.

En la escena peruana abundan las reseñas paisajísticas, parecidas a las contracarátulas de los libros que no aportan a la discusión o la valoración. Las reseñas de Agreda padecen de estos síntomas sumados en algunas veces a los mencionados en la sección anterior.

El segundo factor es que nos estamos acostumbrando a leer libros de una manera excesivamente funcional, pseudo pragmática, en la cual valoramos como mejor el libro que más resuelto es a satisfacernos en su extensión. Olvidando que gran parte de la buena literatura hecha a través de las épocas no se basa en cumplir con las expectativas, sino con escapar a ellas y expandir los recursos/ discursos del arte hacia lugares que aunque no sean inéditos, diera apariencia que por primera vez estamos visitando. Y como en todos los primeros ensayos, hay cosas que anotar para no repetir en los próximos viajes.

Porque algo está sucediendo aquí, pero no sabes lo que es, ¿Verdad, Mr. Jones?

Si analizamos con los estándares de siempre, acabamos pensando que el 2015 fue un desierto. Que solo el libro de Pomareda La Máquina de matar Fascistas, un muy buen libro,  valió la pena. Que nuevos trayectos que empiezan a configurar un frente raro en la poesía joven actual  y llenan una escena incipiente, esperanzadora y cuyos alcances aun no están definidos; no existen. Si están destinados a hacer cosas tendremos que mirarlos desde ahora para reconocer sus alcances luego, si los invisibilizamos estaremos jugando a ser necios, a querer aprehender todo con una cuchara muy angosta. Los poetas jóvenes merecen una crítica más amplia, seria, y con la suficiente inteligencia para observar estas siluetas extrañas y reconocer las formas que nos están anunciando.